EL DOMADOR DE RANAS

Después de que muriera su esposa, la bailarina rusa Anette Lubodiskova , Segismundo le cogió miedo a la vida y se convirtió en un hombre taciturno y solitario. Al parecer había conocido a Anette Lobudiskova por mediación de Olga Kokhlova , la bailarina de los Ballest Rusos que fuera primera esposa de Pablo Picasso y a su vez compañera de Anette. Por entonces Segismundo era el apuntador de teatro más joven y seductor de París y la bailarina quedó enseguida prendada de su encanto. Corría el año 1918 y ambos vivieron un largo romance hasta 1955, año en el que ella murió. A partir de entonces Segismundo no levantó cabeza, la tristeza le envolvió de tal manera que lo convirtió en un anacoreta entregado por completo a la evocación constante de su Anette.

Tenía Segismundo un don que no poseía nadie en el mundo: era capaz de comunicarse con las ranas y enseñarles a realizar algunas acrobacias sorprendentes. De niño se había criado entre charcas abarrotadas de estos inofensivos saltimbanquis, y había aprendido a respetarlas y a comprenderlas.

En 1960 decidió volver a España, su país de origen, y encontró trabajo de domador de ranas en el circo Príncipe. Su número era de los más aplaudidos. Sus ranas eran tan trabajadoras que ni siquiera hibernaban, y una mañana de diciembre observó que una de ellas --la llamada Berta -- llevaba un papel doblado en la boca. Segismundo lo tomó y al desdoblarlo comprobó que era un décimo de lotería de Navidad. El caso es que el décimo en cuestión contenía el número del gordo y Segismundo se convirtió en un acaudalado domador de ranas. Nunca supo ni quiso saber de dónde había sacado su rana aquel décimo. En homenaje a sus amados animales, decidió crear una escuela de domadores de rana, pero se encontró con un problema: Cuando se aproximaba la Navidad tenía tal cantidad de alumnos que el trabajo se le triplicaba. El estrés le provocó un infarto de miocardio que acabó con su vida.

*Pintor