THtay dos formas de dirigir un equipo de fútbol. Una de ellas, estilo Vicente del Bosque , busca la armonía entre los jugadores, una buena relación con la prensa, el respeto a otros entrenadores y equipos y la pretensión de hacer buen juego y obtener los mejores resultados deportivos posibles. La otra, estilo Mourinho , fomenta la crispación innecesaria con la prensa y a veces entre los jugadores así como el desprecio a los títulos conseguidos por equipos rivales y el menosprecio (ocasional) a otros entrenadores. Ganará o perderá los partidos, pero el afán por la bronca contra los enemigos invisibles nunca se desvanecerá. El primer modelo esquiva problemas gratuitos y el segundo los busca con afán: no puede vivir sin ellos.

Los países, como los entrenadores de fútbol, eligen su manera de estar en el mundo. Si bien naciones como Suiza practican el juego de Vicente del Bosque, España ha optado por fomentar con tenacidad histórica una filosofía mourinhista. Mientras los pacíficos suizos se dedican a hacer relojes, los españoles, eternos capitanes Alatristes, hacemos la guerra dentro y fuera de nuestras fronteras. ¡Cómo evitar el gozo de la aventura en las Cruzadas, la Inquisición, las guerras carlistas, los enfrentamientos nacionalistas, una dictadura de casi cuarenta años o su consiguiente golpe de Estado!

España buscará siempre la confrontación civil o incivil, lo mismo le da. Somos un país mourinhista a quien no le satisface la corrección política que patrocina el marqués del Bosque. Si tenemos un enemigo cerca, lo atacamos; si no hay ninguno, nos lo inventamos. Esta es la España de Mou y así nos va.