Publicado por la editorial La Moderna, que dirige David Matías (Galisteo, 1986), entre su pueblo y Mérida, aparece ahora en español El horror de una parodia. Tres discursos sobre Amanecer Dorado, de Savas Mijaíl (Atenas, 1947) en traducción de Mario Domínguez Parra, seguramente el mejor traductor actual del griego moderno y autor también de las notas que explican las alusiones al contexto político e histórico griego.

El libro está compuesto por tres discursos que Mijaíl pronunció entre 2012 y 2013, en el momento de mayor auge de Amanecer Dorado. En «Los infrahumanos de los inhumanos» se explica la dinámica del chivo expiatorio (el judío, el inmigrante, el homosexual) que se busca en un momento de desesperación por la crisis económica y la imitación (grotesca, pero eso no quita su peligro) de los neofascistas griegos respecto a los nazis. No hay que olvidar que, si Grecia sufrió una cruel ocupación alemana, también tuvo colaboradores, que fueron rehabilitados en el marco de la política anticomunista y de la Dictadura de los Coroneles apoyada por la monarquía griega.

En «El sujeto oscuro de Amanecer Dorado» se afirma que el surgir de ese partido fue posible porque «el pueblo griego nunca llevó a cabo la labor del luto de la guerra civil». Entre 1946 y 1949, el Ejército Griego de Liberación Popular, que había luchado contra los nazis, fue combatido en nombre del anticomunismo, aunque había sido abandonado por Stalin, que dejó Grecia a Churchill a cambio de Yugoslavia. La derecha griega, así, hizo rápidamente las paces con los colaboradores nazis, para combatir a la izquierda.

Finalmente, en «Cuando el pueblo quiere vivir», se recuerda la tradición democrática griega y proclama la necesidad de la auto-organización de las clases populares, que no deben confiar solo en las instituciones ante el asalto de la extrema derecha.

La imagen del amanecer y el despertar nacional ha sido predilecta del fascismo: «Arriba escuadras a vencer, / que en España empieza a amanecer», terminaba el Cara al sol. «¡Alemania, despierta!» repetía el estribillo del himno de las tropas de asalto nazi.

En España, por desgracia, ya tenemos un partido bastante similar y que no es nada improbable que logre una representación parecida a la de Amanecer Dorado en Grecia (que ha oscilado entre tercera y cuarta fuerza en las elecciones de los últimos años). Ahí también cultivan una imagen de fortaleza y virilidad paramilitar: Abascal, que estaba regordete, se puso a dieta y apuntó al gimnasio (sabia decisión en estos tiempos en los que la imagen cuenta tanto), presume de pistola y corteja a generales retirados. A Vox no le falta ni el antisemitismo, con ese seudohistoriador filonazi que se iba a presentar por Albacete y que niega que haya evidencias del Holocausto. Un mentiroso, al que los historiadores serios ni se dignan en contradecir. Grave error: tiene más lectores que muchos de ellos. De momento, al contrario que sus camaradas griegos, Vox no tiene sus tropas de asalto que asesinen a raperos de izquierda como Pavlos Fyssas o inmigrantes como el pakistaní Shezhad Luqam. Todo se andará, si se dan las circunstancias. El mensaje que transmiten, cuando piden que se prohíban los partidos marxistas (apuntando a Podemos), es bien claro al respecto. Eliminar a la extrema izquierda, primero; después, a todos los que no piensen como ellos.

*Escritor.