Acertada elección de la escritora marroquí Fátima Mernissi (Fez, 1940) para hacer ayer de pregonera de unas fiestas multiculturales. Ella se siente una musulmana tan progresista y moderna que a menudo lanza este reto: "La entrada del islam en la modernidad llegará de la mano de la mujer".

Hija y nieta de analfabetas, Fátima supo pronto que su abuela había sido una esclava comprada por quien sería su abuelo. La niñez y adolescencia transcurrieron en un harén familiar (muy distinto de los recintos palaciegos, abolidos tras la primera guerra mundial, que albergaban a decenas de esclavas custodiadas por eunucos), en donde las mujeres vivían aisladas del mundo exterior. Siguiendo los consejos familiares, encontró una vida interior, según revela en su novela autobiográfica Sueños en el umbral (1995).

Gracias a la prohibición de los harenes domésticos a raíz de la independencia de Marruecos, Fátima cruzó el umbral y dio un salto vital: del harén de Fez, a la universidad parisiense de la Sorbona, becada para estudiar Sociología. Tras doctorarse en EEUU, regresó a su país y se zambulló en el Corán para demostrar que en la sociedad musulmana son posibles los derechos de la mujer. Este año ha ganado el Príncipe de Asturias de las Letras junto a Susan Sontag. Oriente ha de estar cada vez más cerca de Occidente.