La cumbre intermedia de la Unión Europea celebrada ayer y anteayer en Bruselas ha pasado casi inadvertida, sepultada por el alud informativo de la elección del nuevo Papa. Tampoco es que haya aportado grandes novedades. Algunos observadores detectan un ligero giro en la política económica en el sentido de preocuparse más de la lucha contra el paro y del impulso del crecimiento en lugar de poner siempre en primer plano la llamada consolidación fiscal.

Esta interpretación está basada en intervenciones como la del primer ministro luxemburgués, Jean-Claude Juncker , que teme "revueltas sociales" de una población asfixiada por la austeridad, e incluso de la cancillera alemana, Angela Merkel, asustada por el crecimiento del paro juvenil, que en España sobrepasa el 50%. El resultado electoral italiano, con el castigo a la política europea que representa la irrupción del movimiento de Beppe Grillo , también ha influido en la cumbre.

Pero, por el momento, solo es retórica. La prueba está en que en ningún caso la UE se plantea aumentar el gasto para combatir el desempleo e impulsar el crecimiento, y el Consejo Europeo sigue insistiendo en la política de austeridad, las reformas estructurales y el saneamiento y el equilibrio presupuestarios. Y eso cuando la Europa lleva más de un año en su segunda recesión, mientras que países que aplican una política más expansiva, como Estados Unidos, están saliendo de la crisis y han recuperado la senda del crecimiento económico.

En el fondo, la Unión Europea sigue dividida entre la ortodoxia del norte (Alemania, seguida por Holanda, Finlandia y Suecia) y la posición de los países del sur, que reclaman medidas que propicien el crecimiento y un mayor gradualismo en la reducción del déficit. España se alinea ahora en esta posición, encabezada por Francia y defendida también por el FMI.

Parece posible que la UE acceda a que Francia, España y otros países obtengan un mayor plazo para reducir el déficit (François Hollande ya ha advertido de que se saltará el tope, con acuerdo o sin él), pero está por ver que los vacíos discursos sobre la nueva prioridad de la lucha contra el paro y del impulso del crecimiento se cumplan. Ojalá sea así, pero el giro tendrá que ir en serio para convencer a una población europea castigada por los recortes sociales mientras los líderes no le ofrecen otra cosa que paciencia.