¿De qué le sirve al Guadiana que se promulgue una Ley de Aguas tan detallada, o una Directiva Marco europea para la regulación y protección acuática, si una y otra lo dejan fuera de sus objetivos y no logran sacarlo de su agonía? Lamentablemente al Guadiana, tanta disposición, estatuto y título como hay definido no le salpica ni de lejos.

Este destacado río español tiene afectada su cuenca a lo largo de su recorrido: desde Ciudad Real, donde ha visto morir por desecación 120 kilómetros de su nacimiento; en Extremadura, al recibir toneladas de vertidos de aguas residuales de grandes ciudades y polígonos industriales; y por si esto fuera poco, en su tramo portugués hasta el Atlántico --donde hasta hace años conseguía llegar y depurar sus aguas-- se le han cerrado las compuertas con el embalse de Alqueva privándole de los pocos recursos que le quedaban.

Durante años no se ha penalizado la introducción de especies invasoras de peces y vegetales que están mermando sus colonias tradicionales. Y con pretextos electoralistas fraguados a su vera (traducidos en proyectos urbanísticos y hoteleros irracionales, de recalificación de suelos y campos de golf, entre otros) se ha permitido que el Guadiana fuera sangrado con pozos ilegales, además de apresado y contaminado sus aguas sin contemplación de la opinión ciudadana ni estudios de impacto ambiental de tipo alguno.

Eso sí, como la situación se ha hecho preocupante, se está intentando paliarla gubernamentalmente con un plan de transfusiones desde la conducción Tajo-Segura. Trasvases éstos, que probablemente se quedarán en el camino favoreciendo la especulación de los terrenos por los que pasen, como ya ocurrió en las Comunidades Valenciana y Murciana.

Sin una Ley de Protección en la mano que se haga cumplir de forma efectiva por todos los estamentos públicos y privados implicados --clausurando pozos ilegales, obligando a depurar sus aguas y preservando su desembocadura--, el Guadiana no recuperará su esplendor de antaño y con ello conseguiremos que España vuelva a ganar la palma europea a la desertización, como lo hace año tras año, al aumentar el alarmante este índice.

Eva Sequeira **

Plasencia

En representación de la Sociedad Zoológicade Extremadura