LA HUELGA DEL 29-S

Sindicatos necesarios; huelga imprescindible

Pedro Serrano Martínez

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En nuestro país, los sindicatos no pasan por su mejor momento en apreciación y credibilidad. Los trabajadores los miran con recelo, y la derecha más recalcitrante, junto con algunos trabajadores desubicados, los desprestigian y menoscaban sin compasión ni comprensión.

No negaré que una parte del descrédito que sufren los sindicatos sea debido a errores y formas poco ortodoxas de ejercer el sindicalismo, que sin duda tendrán que corregir; pero, en su mayor parte, es debido a una campaña orquestada desde determinados sectores políticos, mediáticos, económicos y empresariales de nuestra sociedad, con la intención de eliminar cualquier obstáculo que les impida menguar los derechos de los trabajadores.

Pero, que nadie se confunda, los sindicatos desarrollan una labor esencial en un Estado democrático defendiendo los intereses de los trabajadores. Y si no existieran, habría que inventarlos, pues es evidente que los poderes económicos tienen más desarrollado el sentido de la codicia que el de la equidad.

De modo que, si los sindicatos son necesarios, también lo son las huelgas. Y la del día 29 de septiembre es imprescindible. Y lo es por la reciente reforma laboral --claramente lesiva para los trabajadores--, por la inminente reforma de las pensiones y porque hay que poner freno al paulatino deterioro de las condiciones laborales y salariales.

¿Fracaso?

Daniel Crespo

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Desde hace unas semanas se viene insistiendo (desde el PSOE, el PP y los medios de información y persuasión conservadores) en que la huelga general va a ser un fracaso con objeto de desmovilizar a los trabajadores. Las previsiones de estos medios conservadores sitúan en un 27% el total de trabajadores que secundarán la huelga. Es decir: unos 5 millones de trabajadores. Con 4 millones de parados, 5 millones de trabajadores en huelga y 9 millones de españoles viviendo por debajo del umbral de la pobreza (1 millón más que hace un año), que gobierno y oposición utilicen la palabra fracaso para referirse a algo que no sea su gestión da una idea de la clase política de los 2 partidos que rigen la práctica totalidad de las autonomías.

LA EXPULSION DE GITANOS

Sarkozy se equivoca

Pedro Javier Marín

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A la mayoría de los europeos no nos gusta el modo de vivir de los gitanos rumanos; decir lo contrario sería pura hipocresía. La historia de este pueblo dice que ellos no pueden vivir de otra manera, ya sea por las oportunidades con las que no han sido agraciados o porque no pueden superar su tradición vital. Tampoco la sociedad da facilidades a los gitanos, ni de educación ni de trabajo, por lo que estos se abocan al aislamiento. Nadie quiere ver a mujeres y niños ejerciendo la mendicidad --fíjense que jamás vemos a los hombres en esta actividad--. No soy racista y no apoyo la política de expulsión del presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, pero algo hay que hacer. Quizás las soluciones del Gobierno francés no sean las idóneas y el cambio pase por educar y formar a los niños gitanos y enseñar a sus padres que el futuro no está en la mendicidad y la chatarrería, y que, pese a su cultura y a sus tradiciones, deben dejar que sus hijos aprendan en una escuela. Este problema debe ser tratado sin prejuicios, con el ánimo de hacer fuerte e integrar a una comunidad que, hoy por hoy, está al borde del abismo.

Zapatero, cómplice

Julián Gómez Vidal

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¿Quién no recuerda a aquel Aznar que se volvió del revés, como un calcetín, cuando necesitó los votos de Pujol para gobernar? Bueno, pues Zapatero le ha ganado ya por goleada. En pocos meses le hemos visto cambiar radicalmente de posición sobre las pensiones y políticas de empleo, adoptando las medidas que antes consideraba indecentes y contraproducentes. Y ahora, contra el parecer de la UE, se ha apresurado a hacerse cómplice de la política racista de Sarkozy respecto de los gitanos, por lo que ha sido criticado hasta por las juventudes del PSOE.