Algunos titulares te llaman poderosamente la atención («La baja calidad de la democracia española», «La pervivencia de la cultura franquista»), sobre todo si están relacionados con lo que tú piensas. Está claro que el dictador murió pero que la cultura franquista continúa viva en España, y ayuda que algunos partidos no son contundentes a la hora de condenar el franquismo.

Un buen ejemplo es la irrupción de Vox, potenciada por el PP, que es capaz de pactar con ellos en Andalucía. Si a ello unimos que el debate político raramente se plantea en términos democráticos, ya que el insulto, la grosería y la mala educación forman parte de él, es obvio que la calidad de la democracia española deja mucho que desear. Por otro lado, si esto se traslada a muchas de las tertulias televisivas, es lógico que la opinión pública no esté satisfecha con el actual sistema democrático. Así, vemos que cada vez un grupo mayor de electores cambia su voto a la espera de soluciones inmediatas que algunos partidos pregonan con su populismo, y que los actuales grupos políticos mayoritarios son incapaces de explicar e implementar. Si, además, los políticos tampoco son capaces de ponerse de acuerdo para proveer a la población española de un cierto grado de bienestar y no resuelven de una vez por todas los problemas de la corrupción, algo deberemos hacer nosotros, los votantes.

Estamos obligados a mejorar la calidad democrática con nuestras armas, que son nuestros votos, y votando a aquellos que realmente ofrezcan en sus programas soluciones reales. Eso sí, tenemos que leerlos. Los partidarios de la democracia no podemos permitir que nos engañen, o lo pretendan, por su propio interés. Vamos a hacerles entender que estamos decididos a luchar por una democracia plena y que la defenderemos con todas las opciones que nos permita el Estado de derecho, sin tener en cuenta lo que nos dicten los números.

La concordia debe primar entre nosotros, y es más necesaria ahora que la sociedad está dividida de manera conflictiva. Son ellos los que dependen de nosotros, porque les votamos. Las siglas no bastan.