TTtras el derrumbe del Gobierno gallego anduve observando esos fenómenos que trae siempre consigo un disgusto de este tipo, antropología casera. En una tertulia de la Cuatro en la que por debajo de los opinadores se imprimen mensajes de la audiencia, se repetía una y otra vez la trágica frase: "Hoy me avergüenzo de ser gallega". Y también: "Después de esto, dejo de ser gallego".

Una identificación tan psicótica con la demarcación territorial facilita episodios de grave melancolía. La activa pulsión religiosa que late debajo del animismo destila un odio místico que descarga su resentimiento sobre los otros. Por lo general, el culpable de la vergüenza es un partido político infiel como el Partido Popular. Sin embargo, la carga de irracionalidad y primitivismo puede ser tan aguda que desvíe el odio hacia quienes se supone que son la nación del nacionalista. Entonces uno odia ser gallego o considera que los gallegos noMEmerecen .

La figura es harto frecuente entre patriotas. Algunos de los más desesperados luchadores por la lengua catalana, por ejemplo, suelen escribir (en castellano) que hay que ser más duros, más radicales, más monolingües. Lo que están diciendo es: "Los catalanes sonmenores de edad, no quieren ser como YO, y hay que obligarles". El narcisismo de los nacional-estalinistas que identifican territorio y espíritu místico ("no admitiremos la asfixia de Cataluña", siendo Cataluña el periodista del ramo o el Gobierno del mes) conduce a una conclusión melancólica: ¡Qué insumisos son los catalanes con sus gobernantes! ¡Se niegan a hablar la lengua de los jefes! Son infieles que viven entre cristianos.

La consecuencia bruta (y destructiva) es el recurso autoritario. José Montilla acaba de decretar que todas las películas que se exhiban en Cataluña vayan dobladas mitad por mitad en castellano y en catalán. Y los subtítulos, también. Espléndida medida de dirigismo estatal que llenará de gozo al sector de cines comerciales y distribuidoras: ese grupo de ciudadanos que simula ser catalán, pero en realidad es criptojudío. Duro con ellos.