Soy médico de familia y también madre de un bebé de 5 meses. Cuando nació, por causas ajenas a mi persona y por sus necesidades (bajo peso e hipoglucemias), tuve que renunciar a la lactancia materna. Desde entonces he tenido que soportar que me digan un montón de burradas: desde "mala madre" hasta que no quiero lo suficiente a mi hijo o que soy una desnaturalizada, una egoísta... Y constantemente me veo obligada a justificar el hecho de no haberle dado el pecho. Ahora, después de ver crecer sano a mi hijo, reflexiono sobre la situación. Quiero a mi hijo y lo he demostrado con creces: biberones cada tres horas a cualquier hora del día, noches de insomnio por cólicos, salidas diarias aunque mi cuerpo no aguantase, controles semanales, mimos, canciones y cariño a todas horas. No tengo ninguna necesidad de colgar a mi hijo de mi pecho en plena calle para ser mejor, ni crear una dependencia enfermiza con mi hijo (si tengo urgencia familiar o de trabajo puedo irme tranquila porque sé que alguien puede darle un biberón sin que le produzca ninguna alteración en sus rutinas). Ruego a la sociedad que respete a las madres que, por decisión propia o por causas superiores, tengan que renunciar a la lactancia materna, y que no las juzguen como lo están haciendo en revistas, televisión, centros de salud... Tengo previsto tener otro hijo, y hay una cosa que tengo clara: le daré biberón y esta vez no saldré llorando de ningún sitio por el hecho de no darle lactancia materna.