La iniciativa ciudadana Más Democracia ha analizado los programas de nueve partidos políticos, comparándolos con los de 2015, en cuatro bloques: sistema electoral, corrupción, transparencia y ampliación de la democracia. ¿Dónde va nuestra democracia atendiendo a dichos resultados? No diré que a la deriva, pero sí hacia atrás. La lucha contra la corrupción obtiene una nota media de 0,4. Parecería que después de la moción de censura el asunto ha quedado resuelto, blanqueado u oculto. Poco ha durado el fuerte impulso por atacarla de modo que no llegue a suceder ya más. No es extraño que a la mínima vuelva a colarse de nuevo, poniéndose otra vez en el candelero. Da pánico la posibilidad de volver a las andadas. Sin regeneración democrática no es posible emprender los cambios que exige la ciudadanía, pero la ampliación de la democracia obtiene una media muy baja, de 1,9, en relación a los 10 puntos máximos. ¿A qué aspiramos entonces? Nos conformamos con haber consolidado la democracia. Si no se atiende a los cambios que están planteándose en una sociedad dinámica como la nuestra, puede llegar un momento en que la gente se desinfle y se cuestione, incluso, el sistema democrático mismo. Si no somos capaces de apuntar alguna vía que pueda resolver las necesidades que se presentan, muchos podrían pensar que para qué la democracia. Todo sistema vivo y en crecimiento exige atentos cuidados. En la sociedad española no hay en la actualidad más democracia, sino cada vez menos, lo que resulta muy peligroso para un sistema que lleva implantado entre nosotros menos de medio siglo. Por eso, otra vez surge la zozobra, porque se envalentonan formaciones políticas de las derechas radicales. Ocurre aquí y en la misma Europa. O actuamos pronto, o tendremos que arrepentirnos después.