XExl Premio Nobel de Economía de 1970, Paul Anthony Samuelson en uno de sus recurrentes textos para universitarios advierte que cuando se leen historias como la de Japón o Estados Unidos, tal vez parezca que la adaptación de la tecnología extranjera es una fácil receta para el desarrollo. Puede ser que tengamos la idea de ir al extranjero y copiar los métodos más eficientes; intentar ponerlos en marcha en nuestro país (o región) y luego sentarse a esperar a que salga la producción adicional. Pero, como él mismo nos advierte a continuación, las cosas no funcionan precisamente así. Unos pocos expertos pertrechados de una lista de proyectos no pueden resolver todos los problemas que acucian a una región atrasada. Hay miles de barreras culturales y económicas que se oponen al progreso. La experiencia demuestra que para que las tecnologías funcionen, se necesitan personas que recojan esas ideas y las empleen . La pregunta, por tanto es si tenemos a ese tipo de personas en esta región. Organizaciones y élites suficientemente capaces de emplear las ideas adecuadamente. Tengo para mí que padecemos crisis de madurez. Nos hemos formado, hemos crecido y tenemos posibilidades de decidir nuestro futuro. Hemos salido de la etapa en la que había que establecer objetivos tangibles. Había que crecer, al menos al nivel de los otros. Pese a los conocidos déficit históricos, hemos comenzado el proceso de convergencia. En lo más prosaico, disponemos de medios, dotaciones en infraestructuras hace unos años impensables... Todo lo que con dinero se puede obtener, parece estar a nuestro alcance. La pregunta es ¿Y ahora qué?

Una cierta línea de investigación en sociología se está centrando en el análisis del capital social . Muchos intuimos que es justo el tipo de capital en el que reside la clave de nuestro específico modelo de desarrollo. Una comunidad dispone de mayor o menor capital social según el peso que tenga en ella las siguientes dimensiones. La primera es calidad de la maya asociativa . Niveles elevados de densidad asociativa no siempre son garantía de éxito. Cuando esta red la forman asociaciones y corporaciones esclerotizadas, centradas en una defensa a ultranza de los intereses particulares, sin horizontes amplios e inhibidores la acción individual, impiden a los individuos integrarse en redes sociales más amplias y se convierten en factores que dificultan el desarrollo económico y el cambio social. Una segunda dimensión del capital social es el embeddedness : enraizamiento , de la acción de los actores sociales relevantes en las relaciones sociales. El embeddedness tiene una doble acepción, de una parte el tipo de lazos intracomunitarios que se establecen entre los individuos en una comunidad local (nivel micro social) y, de otro lado, el tipo de interacción que se produce entre el Administración/Estado y la sociedad civil (nivel macro social). La tercera dimensión del capital social es la autonomía o capacidad de los líderes locales para relacionarse con grupos más amplios, a la vez que el ejercicio de una cierta independencia de los líderes respecto de las autoridades políticas locales. Una cuarta dimensión es la extrodeterminación entendida en este caso, como relaciones sociales extracomunitarias de los actores relevantes de la comunidad con los de otras comunidades distintas de la suya (nivel micro social). La extrodeterminación tiene también una acepción como capacidad (eficiencia) y credibilidad de las instituciones encargadas de gestionar los asuntos públicos en una comunidad.

En conjunto el capital social que necesitamos es un efecto sinérgico resultado de un tipo concreto de líderes locales y regionales (élites en sentido amplio), cuyas relaciones como grupo dirigente (en lo social, económico, político y cultural) entre ellos, con la comunidad y con el entorno nacional e internacional están caracterizado por las dimensiones descritas. Es posible ver en nuestra región algún dirigente dotado de estas características, aunque pocos que, evidentemente, no constituyen ninguna masa crítica. Quizás convenga realizar una sencilla comparativa para intuir el nivel en el que se encuentra nuestro capital social. En mi opinión regiones como la catalana tienen un adecuado desarrollo de este tipo de capital (y del otro también), aunque en estos momentos resulte políticamente incorrecto ponderar sus virtudes, resulta imposible no reconocer que parte de su desarrollo se debe atribuir al tipo de líderes y a las relaciones que son capaces de establecer entre ellos y con otras élites para el logro de sus fines.

*Profesor de Sociología de la Uex