WLwa Conferencia Episcopal y el Ministerio de Educación han comenzado a debatir los aspectos del anteproyecto de la ley orgánica de educación (LOE) que inquietan a la Iglesia: las asignaturas de Religión y Educación para la Ciudadanía, el control de la gratuidad de los centros concertados y la libertad de acceso a ellos de todos los alumnos. Tras la manifestación contra el matrimonio gay, el hecho de que el encuentro terminara con el compromiso de seguir dialogando supone un respiro dentro de un ambiente crispado. Pero eso no oculta las hondas diferencias que existen entre las dos partes.

Los obispos dicen que la LOE amenaza la libertad de enseñanza. Pero eso es tan incierto como sostener que el matrimonio gay es un ataque a la institución familiar. Lo que hace la LOE es intentar evitar que centros financiados con fondos públicos seleccionen a los alumnos y quebrar la decisión del Gobierno anterior de que la única libertad de elección sea entre Religión o Cultura Religiosa. El ministerio, además, renuncia de entrada a hacer realidad de forma definitiva la no confesionalidad del Estado al descartar que se suprima la formación religiosa en la escuela pública. Y ni siquiera en aras del consenso debería ceder más.