Sin duda alguna el papel de las mujeres, los inmigrantes, los marginales, drogadictos y alcohólicos se llevan la peor parte en las series de ficción que vemos a través de nuestra pequeña pantalla, y si bien es cierto que cada vez son más los guionistas que apuestan por dar a la mujeres papeles que han sido tradicionalmente de hombres en profesiones como policías, médicos, investigadores y hasta fiscales, en el fondo siempre dejan traslucir tras el uniforme el carácter débil de la mujer frente al hombre. En la mayoría de los casos son subordinadas, la oficina principal la ocupa un jefe, al que se le supone más capacitado, y preparado para controlar sus emociones. Naturalmente, tampoco los hombres aparecen haciendo labores domésticas, y si acaso sale alguna imagen el desorden va parejo a la escena en la que se desarrolle. El personaje femenino debe cumplir el rol de trabajadora, esposa y madre y tampoco debe olvidar la cita de la revisión del niño, ni la llamada a la profesora porque las notas de la niña no han sido satisfactorias.

XNO HAYx que negar que también ha cambiado el mensaje en torno a la familia convencional y vemos series en las que destacan personajes de familias uniparentales, o disfuncionales. Y a éstos hay que añadir los papeles de lesbianas y gays que se han convertido en habituales, de tal forma que nos hemos acostumbrado a esos personajes y es raro que a estas alturas alguien se escandalice por ello. Pero el contraste entre sexos sigue siendo notable y los roles femeninos y masculinos siguen diferenciándose. Por ello, mientras las mujeres que interpretan a personajes en las profesiones mencionadas anteriormente no deben superar los treinta o treinta y cinco años, porque se las considera mayor para ello, no sucede lo mismo con los hombres, y podemos apreciar a determinados personajes entre los sesenta y setenta años que nos lo presentan atractivos, musculosos y hasta las canas suelen ser un lujo en sus cabezas. Por el contrario, la mujer entre sesenta y setenta años nos la muestran como personas dependientes, débiles y por supuesto, jubiladas y fuera de los despachos, salvo si las reservan para el papel de mujer de la limpieza, que en la mayoría de los casos, se añade una buena dosis de gordura y ordinariez.

Es usual igualmente ver a estos personajes femeninos durante los mensajes publicitarios luciendo la imagen perfecta de la mujer metidita en años con la dentadura postiza brillante anunciando el producto que la mantenga en su sitio; cuando no la presentan tomando el yogurt bioactivo, bífidus o cualquier otro que le ayude a mantener las medidas establecidas en los cánones y que son consideradas las medidas perfectas, y si no son protagonistas de las mágicas cremas faciales, cuyo resultado es espectacular, porque de repente la misma mujer aparece con veinte años menos y sin una arruga, y no es que nos creamos que eso es una realidad, sobre todo, desde que sabemos que el programa de fotoshop hace maravillas. Y qué decir de los anuncios donde la limpieza de la casa es la protagonista, ahí la publicidad se ceba con las mujeres y elaboran anuncios que comparados con los primeros tiempos de la televisión parece que ésta no haya evolucionado. Y no es que la culpable de todos los males sea la televisión, que la criticamos todos, pero no dejamos de verla. Este medio de comunicación lo que hace es reflejar y difundir lo que esta sociedad tiene establecido desde hace mucho tiempo, hasta que los hombres y mujeres asuman que unos y otros deben tener los mismos derechos y los mismos deberes, porque así lo refleja la Madre de las leyes y uno de los artículos de los Derechos Humanos.

*Presidenta del PSOE de Badajoz.

Licenciada en C. Audiovisual.