Dramaturgo

Extremadura es tierra de ganado bravo y de vínculos taurinos. Esta realidad no sólo se puede constatar en los festejos puntuales de muchas localidades o en la existencia de plazas de toros en toda su geografía, sino que abarca campos como el de las fiestas populares, las tradiciones religiosas, la gastronomía o el de las actividades laborales de nuestros campos.

La Extremadura taurina tiene nombres y apellidos en un árbol genealógico muy rico y reconocido en el mundo entero, tiene genealogía de raza y encastes y una nómina muy larga de toreros, ganaderos y profesionales cualificadísimos que aumenta cada día gracias al trabajo de las escuelas taurinas, los patronatos, clubes y peñas.

Este patrimonio cultural no puede entenderse de forma aislada ni dejarlo en exclusiva a los aficionados a la fiesta. Muchas de las páginas de nuestra historia confluyen en acontecimientos relacionados con el toro: nacimientos de príncipes, prohibiciones reales, disturbios y asonadas, rogativas y plegarias o represión cruel que tuvo la fatalidad de suceder en un coso taurino, el de Badajoz.

Paralelamente se puede utilizar la afición a la fiesta como una forma de acercarse a la historia y al conocimiento de Extremadura, partir de una plaza y llegar a conocer el origen de la localidad, sus fiestas, sus costumbres y avatares.

Esto es lo que ha logrado Vicente García Estop, aficionado erudito y erudito aficionado que en su libro Extremadura. Plazas de toros recorre 56 localidades de Cáceres y Badajoz con la excusa de descubrirnos sus cosos y confecciona una extraordinaria guía de Extremadura, un recorrido atractivo y una singular crónica.