Esta semana el proyecto de Ley de Presupuestos de Extremadura 2020 empezaba a tomar cuerpo de realidad con su aceptación por parte del Parlamento regional tras superar sendas enmiendas de totalidad, presentadas por Partido Popular y Ciudadanos.

Ambos partidos del campo de la derecha -mientras Cs no demuestre lo contrario, aunque algunos síntomas está dando- se votaron mutuamente, sumaron sus 27 diputados para intentar devolver el proyecto de cuentas a la Junta y que haga otro, en una coincidencia que del otro lado, el de la izquierda, se dio también pero de forma más sorprendente y vendría a indicar un cambio en las estrategias y las actitudes.

Unidas por Extremadura, la coalición que lidera Irene de Miguel en nombre de Podemos, Izquierda Unida, Extremeños y Equo, votó contra esas enmiendas de totalidad, y a favor del proyecto presupuestario del PSOE de Fernández Vara, algo inédito puesto que antes, aunque era Podemos en solitario, abundó en enmiendas de totalidad, y en circunstancias normales ante un Presupuesto promovido por los socialistas extremeños se habrían abstenido.

Bien es cierto que De Miguel ha expresado sus dudas ante las cuentas, por ejemplo con los ingresos previstos como también han hecho PP y Cs, y sobre todo anuncia que intentarán mejorarlas y después vigilar su cumplimiento.

A estas alturas del partido, a escala estatal, donde PSOE y Unidas Podemos están dispuestos a sacar una investidura de Pedro Sánchez, y un período de gobierno lo más prolongado posible, es muy probable que Unidas por Extremadura introduzca enmiendas en las cuentas extremeñas y posiblemente éstas, en enero, sean aprobadas por los mismos 38 votos a favor (34 PSOE, 4 UPE) que esta semana han tumbado las enmiendas de totalidad de la derecha.

Las cuentas, no obstante, siguen deparando la incógnita de si llegarán los ingresos previstos por la Junta en ellas, que permitan hacer frente a los gastos. Se habla desde la oposición del IVA, de las inversiones estatales, de la recaudación por IRPF, como partidas inciertas ya que estamos en plena frenada económica, de la intensidad que sea -hablar de desaceleración es un eufemismo político, vamos una mentira, porque si reduces velocidad no puedes estar acelerando-, pero por otro lado también hay señales confusas: en octubre y noviembre ha vuelto a aumentar la venta de coches en España, si bien han sido empresas y casas de alquiler puesto que las compras de los particulares se han reducido.

Por otro lado IVA son en parte liquidaciones de bonanzas económicas anteriores, al igual que la recaudación por IRPF, otro tributo que se liquida con retraso, por lo cual, aunque no se cumplieran todas las previsiones, tampoco sería la catástrofe que desde enfrente se anuncia.

El mayor entendimiento también en la región de PSOE y Unidas Por Extremadura no quita que esta última siga marcando sus señales de identidad. Su líder y portavoz parlamentaria, Irene de Miguel, ha sido dura con el asunto de la niña sueca Greta Thunberg, y proclamado que le ha propinado una ‘bofetada’ a la Junta al ‘rechazar’ el coche eléctrico ofrecido para ir de Lisboa a Madrid. Un asunto, la movilidad eléctrica, en el que nos estamos liando, tanto con el litio de las baterías, como con una electricidad que puede mover trenes, sí, pero que no toda es de origen renovable. Y, todos somos partidarios del transporte público, pero no siempre es posible.

Aunque el desencuentro mayor es el acuerdo de pedir la declaración de las monterías y rehalas como bien de interés cultural, rechazado por UPE y apoyado por PSOE-PP-Cs, un asunto que dará más que hablar. Se supone que si las declaran, toda montería que usted y yo nos encontremos un ‘finde’ desde octubre hasta febrero, en cualquier pueblo, con esos todoterreno arremolinados en el cruce de carreteras para el desayuno, y toda la parafernalia consiguiente durante horas, es un acto de interés cultural. Quedo estupefacto.

* Periodista