La economía europea no acaba de remontar. El presidente del BCE no sabe cómo impulsar el consumo o hacer que el crédito fluya. Y para colmo un día sí y otro también sale a la luz un nuevo escándalo fiscal o de corrupción. El caso de las sociedades offshore de Panamá no será el último. Esta situación no ayuda a la recuperación económica de España.

Aparte de la incertidumbre gubernamental y la escasa ética tributaria de ciertos personajes, dos factores condicionan un despegue económico más enérgico en nuestro país. De un lado, el elevado déficit público y, de otro, la precariedad laboral. A pesar de los recortes, nuestro endeudamiento no para de crecer. Y es meridiano que no dejaremos atrás esta pertinaz crisis hasta que no dispongamos de recursos suficientes para acometer políticas sociales y económicas, lo cual únicamente se producirá cuando hayamos aminorado la deuda pública a niveles aceptables.

La competitividad basada en la reducción de costes laborales acarrea efectos perniciosos: no se reactiva suficientemente el consumo, dificulta el acceso al crédito y no crea empleo con capacidad adquisitiva, lo que hace que disminuyan los ingresos vía impuestos y decaiga la recaudación de la Seguridad Social.

CON ESTAS perspectivas, lo que urge en estos momentos es salir del impasse en que nos encontramos. Los líderes políticos debieran ser conscientes de que más que jugar a ser mediáticos ahora toca sacrificarse para formar lo antes posible un Gobierno que adopte medidas coherentes para salir de la crisis. Podemos ser competitivos en Europa gracias a los bajos salarios, pero esto conlleva una falta de nivelación económica a fuerza de tener trabajadores con poca capacidad de consumo. Las medidas adoptadas vienen dando sus frutos (pensemos que incluso Francia nos quiere imitar). Pero no son suficientes. Se debería potenciar la economía tecnológica y la producción industrial, además de implementar medidas de estímulo que permitan a las pymes crecer y crear empleo estable. Estas debieran ser algunas de las prioridades del futuro Gobierno. Sin embargo, los políticos, enredados en sus tejemanejes, parecen haberse olvidado de las problemas reales de los ciudadanos.

*Catedrático de Derecho Mercantil