En nada que acabaron de repicar las 12 campanadas que anunciaban la venida del año 2016, ya andaban algunos rumiando sus propósitos para el nuevo año. Porque los listados de objetivos para el año nuevo se han convertido en algo muy nuestro, casi tanto como lo de comer uvas en la madrugada que nos lleva de un año a otro. Y, a raíz de ello, esto de hacerse un listín de "cimas a trepar" se ha convertido en una de esas noticias que siempre abren los telediarios del día 1, junto con la de los primeros nacimientos del año. Pero lo reiterativo del asunto no queda en eso, porque --¡oh, casualidad!-- casi siempre aparecen en la cúspide de esos listados un par de metas o tres, bien remarcadas, que son idénticas. Esto es: aprender inglés, ir al gimnasio y hacer dieta para adelgazar unos kilillos. Y el problema no es que la mayoría de las listas de los voluntariosos de año nuevo resulten casi calcadas a las de sus vecinos, amigos, familiares, y hasta a las de los millones de desconocidos con los que cohabitan en este bendito país, sino que en la lista de una misma persona siempre aparecen los mismos objetivos en la cumbre, aunque pasen los años. Y esto, queridos lectores, es signo indudable de que, tras el transcurso de un año entero --con todos su días y meses-- el punto de partida del individuo sigue siendo el mismo que el del 1 de enero anterior. De todos modos, no se asusten, porque nadie lo hace. Vamos, que no vayan a pensarse que el personal se frustra por su incapacidad para alcanzar esas metas. Porque no. Porque, inasequibles al desaliento, los voluntariosos de año nuevo ya habrán vuelto a las andadas, colocando los objetivos incumplidos otra vez en lo más alto de la lista. ¡Quién dijo miedo! ¡El que la sigue la consigue! Y no crean que se les pasa por la cabeza fijarse otros objetivos más plausibles. Porque no. Porque en nuestra nación abundan los procrastinadores. ¿Que qué es eso? Pues miren, los procrastinadores son personas como usted y como yo, pero personas que saben que deben hacer algo, o que dicen querer hacer algo, y, luego, no lo hacen porque les resulta más cómodo buscar excusas para justificar sus incumplimientos. Así que, ya saben, si sus listados de 2014, 2015 y 2016 están encabezados por los mismos objetivos, pueden empezar a pensar que son buenos en eso de procrastinar.