TMte enseñaron que la libertad de uno termina donde empieza la ajena. Me gusta la gente que sabe hacerse respetar sin pisar al otro. No soy amiga de algaradas, abucheos, pitidos, manifestaciones ni huelgas. Comprendo que en este mundo nuestro en el que el hombre ha aplicado su inteligencia a lo mejor y lo peor, se ha llegado al refinamiento absoluto en la tarea de engañar al sufrido pueblo y que muchos gobernantes hoy que no se atreven a esclavizar a los pobres al modo clásica de cadena y látigo, al menos en Occidente, los humillan y ofenden de mil formas escondidas, preferentes, usureras, hipócritas y psicológicamente cruentas.

No estoy por la protesta violenta, ni por tomar las calles ni por las huelgas con o sin piquetes. Es una antigualla que perjudica a todos y no beneficia a nadie. Mi hijo, joven currante que da gracias al cielo por ello, pasó quince días esperando autobuses que no paraban bajo el cielo gélido de Madrid y aparte de múltiples taxis caros pilló un catarro. No se si los conductores perjudicaron mucho a la empresa. A mi hijo y a otros inocentes contribuyentes como él, sí.

Defiendo el inconformismo rebelde de aplicar la imaginación a nuestra rebeldía y propugno formas de protesta, solidarias con el pobre ciudadano, que no le tomen como rehén a la manera inolvidable de aquellos controladores de infausta memoria que ahora reeditan, por ejemplo, los basureros sevillanos.

Gente bienhumorada y lista protesta de manera fastidiosa para el destinatario de sus iras y no para la buena gente sin culpa. Los empleados de la Filmoteca de Catalunya destierran el catalán de sus conversaciones pues saben la urticaria que provoca en la Generalitat la lengua cervantina. Los taxistas valencianos trasladan clientes gratis por las calles de su la tierra de las flores de la luz y del amor. En cambio los alumnos de Secundaria pierden una semana de clase renunciando tontamente al derecho a ser educados. ¡Y en bachillerato con la mitad del temario por dar y la Selectividad a las puertas! Manipulados o conscientes, solo se perjudican a ellos mismos.