El Fútbol Club Barcelona presentó ayer a su fichaje ´estrella´: el sueco Zlatan Ibrahimovic y lo hizo, como ya va siendo habitual en este tipo de actos, ante decenas de miles de personas. Si hay alguien que todavía duda sobre si el fútbol es o no mucho más que un deporte, basta con hacerlo pasar ayer por el Camp Nou o hace unas semanas por el Santiago Bernabéu, cuando se presentaron Cristiano Ronaldo y Kaká, para que se convenza de que no hace falta jugar para sentir la pasión.

Quizá por esta razón las discusiones ideológicas entre los clubs de fútbol no son más que fuegos artificiales y ganas de darle pasto a sus aficiones: el Barcelona quiso levantar una teoría sobre el carácter más o menos imperialista del Real Madrid (se entiende que frente al solidario y socialdemócrata del equipo culé), por fichar a Ronaldo por 95 millones de euros, y solo unas pocas semanas después se gasta 66 millones de euros en ´Ibra´, sabiendo todos que esa cifra es el resultado de maquillar el traspaso de Eto´o, porque sin maquillar se quedaría muy cerca del desembolso hecho por Cristiano.

Son todos iguales: el Madrid como el Barcelona y viceversa. Con una sola diferencia: seguro que en esta ocasión no habrá iniciativas parlamentarias para limitar la cuantía de los fichajes.