Si nada se tuerce, el Gobierno, los sindicatos y la patronal empezarán a negociar en breve la posibilidad de implantar de forma generalizada una alternativa a los despidos en las empresas en crisis. Se trata del llamado modelo alemán, por el que en lugar de expulsarse a una parte de la plantilla se reduce en la misma proporción el número de horas de trabajo y el salario de cada uno de los empleados. De esta forma, el coste de la crisis, en lo que a los trabajadores atañe, se reparte de forma radicalmente equitativa y en proporción al sueldo. Es claramente una fórmula más racional y, sobre todo, más justa que los expedientes de regulación de empleo, que a veces acaban siendo una lotería en la que la selección de los damnificados se basa en factores subjetivos. En un país tan castigado por la crisis y el paro como España, resulta sorprendente que no haya sido hasta ahora cuando se ha planteado la conveniencia de promover este modelo. Máxime cuando está inspirado en criterios de equidad para repartir un bien escaso como el empleo. El Gobierno ha esperado a que fuera CCOO quien lanzase la propuesta. UGT y, sobre todo, la patronal, tienen ahora la palabra. No deberían defraudar.