Nuevamente debemos lamentar la muerte de un trabajador extremeño: un agricultor que ha muerto en la localidad de Los Santos de Maimona, en Badajoz, mientras araba su huerta, atrapado por una rotavator. Durante este año también hemos tenido que lamentar los accidentes mortales de trabajadores agrícolas en otras localidades como Ribera del Fresno, Don Benito, Villafranca de los Barros o Jarandilla de la Vera, al volcar los tractores que conducían.

Por otra parte, el año pasado, la mitad de los accidentes laborales mortales que se produjeron en Extremadura tuvieron lugar in itinere , es decir, en los trayectos ida o vuelta del trabajo y 10 de los 26 siniestros letales se produjeron cuando el trabajador hacía uso de un tractor.

En España cada año se registran cerca de 3.000 víctimas mortales en accidentes de tráfico y se producen más de un millón de accidentes laborales, con el resultado de cerca de 1.000 personas fallecidas. Estas sorprendentes cifras de mortalidad suponen un drama humano terrible, una tragedia muy difícil de asimilar y totalmente inaceptable.

Las actuaciones y campañas realizadas por las administraciones públicas en materia de seguridad vial son, sin duda, cada vez más amplias, numerosas y llegan a casi todos los conductores, pero, a pesar de ello, hemos de reconocer que los comportamientos imprudentes -principal causa de los accidentes de tráfico- producidos por la inconsciencia de quien no entiende la responsabilidad que supone hacerse cargo de los mandos de un vehículo, siguen produciendo muertes en nuestras carreteras. Las campañas de denuncias que año tras año se emprenden tienen unos efectos muy limitados y tan sólo actuando desde el ámbito de la educación cívica será posible lograr ver reducidas estas terribles cifras.

No se trata tan solo de pedir a los ayuntamientos que hagan controles de alcoholemia en fechas puntuales, como ha hecho la FEMPEX, sino de establecer adecuados convenios de colaboración con las instituciones educativas para que la educación vial sea una constante durante toda la etapa escolar.

Pero centrándonos en el caso que nos ocupa, en materia de seguridad laboral, también la concienciación y la formación son las únicas vías para remediar el hecho de que España encabece la siniestralidad laboral europea con tres trabajadores muertos cada día. A pesar de los grandes avances que se han producido en materia legislativa y de los esfuerzos de sindicatos, empresarios y gobierno, la economía sumergida, las malas prácticas empresariales y, sobretodo, la escasa cultura de prevención exigen también una educación constante sobre los peligros y las reglas de seguridad.

El sector agrícola es, precisamente, uno de los que menos contacto tiene con la cultura preventiva, fundamentalmente por encontrarnos en la mayor parte de los casos con empresas agrícolas familiares, autónomos o autónomos con asalariados, con falta de cualificación y formación reglada y específica en el sector agrícola, que carecen de información sobre los riesgos de la actividad que desempeñan, sobre la normativa aplicable, sobre políticas de prevención, de control, etc-

Los vuelcos de tractores con resultado de muerte y lesiones graves, las caídas y los atrapamientos con los aperos enganchados al tractor, así como con máquinas rotavator manuales, son los máximos exponentes de los accidentes laborales que se producen en un sector donde existe una subnotificación e infraregistro notables y donde los riesgos son numerosos debido a los ritmos acelerados de trabajo en momentos puntuales, prolongaciones excesivas de la jornada de trabajo, doble presencia en el caso de las mujeres, salarios bajos, trabajo aislado, etc.

La modernización de la maquinaria agrícola, el uso de los obligatorios elementos de protección para evitar el aplastamiento del trabajador, las estructuras de protección contra vuelcos, el uso de cinturón de seguridad y una adecuada selección de los aperos y remolques, son medidas imprescindibles que evitarían la mayor parte de las muertes. Junto a ello es imprescindible fomentar la información sobre las obligaciones preventivas, desplazando para ello a personal cualificado a los lugares donde ejercen su trabajo los agricultores, incentivando la estabilidad en el empleo y ofreciendo la necesaria formación.

Mejorar la seguridad vial y la seguridad laboral es una tarea de todos, pero corresponde a la administración poner en marcha, movilizar y coordinar todos los recursos necesarios, siendo sin duda alguna los ámbitos educativo y formativo los aspectos claves y fundamentales en todas las actuaciones.

*Delegado de CCOO.

Máster en Tráfico y Seguridad Vial