Dura afirmación, pues crecemos casi todos leyendo un libro, para saber más. Se ha dicho que es fuerza y alimento, y antorcha, que es a la mente lo que el ejercicio al cuerpo; y camino, recreo y compañero, en grata sintonía con el lector, que se deleita con textos divertidos, o sesudos, que le harán pensar. Lo sublimó Cicerón , señalando que un hogar sin libros es como un hogar sin alma, y lo canonizó Gunter Gräs , al proclamar que hasta los libros malos, son libros, y por tanto, sagrados. Aunque sabemos que no todo el monte es orégano, porque no todo se debe deglutir, ni enriquece todo, pues puede ser un simple panfleto, droga que destruye o ideología corrosiva. Es la otra cara del libro. En cualquier caso, cerrada una librería, se ciegan sus luces y apáganse sus brasas culturales; de ahí que, una ciudad sin librerías, se convierte en secarral, sin emociones literarias. Lo que dañará el hábito lector, a beneficio de empachos televisivos.

En Cáceres se están cerrando librerías. Hace unas semanas, Bujaco que, unos años atrás, pasó de la Plaza Mayor a la avenida de la Montaña, ha tapiado ahora su escaparate, lo que deploramos muchos lectores de la ciudad. Su drástica "despedida" es un gran revés, al no poderse adquirir ya allí el best-seller de turno, la novela de moda, el librito de versos, la biografía interesante o el cuento infantil, que, a veces, regalábamos en Navidad. Se habían cerrado ya otras: Vicente, en Pintores, Chelo, en Moret, El Noticiero y López en San Pedro, al paso del gentío que pasea y va de compras. Y Cerezo, frente a la Normal, con esmerada exhibición de títulos.

Todas ellas, frescos hontanares, están ahora secos, con nostalgias de un pasado irreversible. Es cierto que se abrieron otras librerías, pero son pequeños brotes que no llenan los huecos producidos. Como se cerraron imprentas, dejando de exhalar el aroma de las tintas de nuevos libros y miles de prospectos; a saber: la Minerva, de Castor Moreno , y la Jiménez, ambas en la plaza Mayor, el Noti, en la calle Parras, y otras más. Tampoco se editan ya los periódicos y revistas que Germán Sellers anota en su conocido libro: Cáceres visto por un periodista. Sin olvidar la recién extinta, Ars et Sapientia, donde selectos escritores mostraban la erudición de sus plumas bien cortadas. Con todo, esperamos que esto no llegue a más, y sólo sea un bostezo pasajero sin caer en un yermo páramo cultural.