Catedrático

de la Uex

Se han lanzado todos como lobos contra Rodríguez Ibarra. Los suyos, los contrarios, los amigos, los enemigos. Y todo porque ha hecho una propuesta política que perjudica a los nacionalismos. Está claro. Ello quiere decir que los nacionalismos son intocables en este país. Quien se atreve a abrir la boca contra ellos, ése, a las tinieblas de los indeseables. No voy a entrar en la valoración de la propuesta. Pero me ha molestado, estéticamente digo, el aluvión de reacciones contra ella y, sobre todo, contra el proponente; ahora ni siquiera se ha recurrido al tópico insulso de "son cosas de Ibarra"; ahora se ha ido a por él y se rechaza y descalifica no sólo la idea, sino también la persona; este procedimiento, el de atacar a la persona y no a la idea, es un viejo procedimiento argumentativo que se basa en los sentimientos, por no decir en las vísceras, y no en la razón. Me recuerda esta situación aquella otra del muchachillo que en clase dice algo en lo que él cree, pero que para los otros resulta ser una inconveniencia --y no estoy diciendo que fuera una inconveniencia la propuesta de Ibarra--, y se lanzan todos los demás, amigos y menos amigos, y también el maestro, contra él; el listo, el torpe, el último de la clase, hasta el pasota al que no le importa nada la clase ni lo que en ella se dice, pero disfruta contemplando socarronamente al zaherido; todos se burlan de él; el más tonto de la clase se burla gozoso de la víctima cuando ve y sabe está ya acosada; ahí, en una situación como esa, tiene cabida, en efecto, la burla sangrante y cruel --los niños suelen ser muy crueles en la burla contra la presa fácil, y crueles han sido algunos en la crítica contra el proponente de lo que ellos han considerado como una inconveniencia --; muchas de las críticas han sido, en efecto, crueles; sobre todo las que han venido de los que son, ellos mismos, susceptibles de críticas más duras. Puede que aguantar esas críticas crueles vaya en el cargo político. Pero a mí estéticamente, insisto, me molestan. Y me molesta sobre todo ese sabor amargo que han tenido algunas de las reacciones; el sabor amargo que tienen las críticas cuando se hacen en tropel contra una sola persona a la que se tienen ganas. Hasta el más torpe de la clase, el que es él mismo digno de burla porque tiene faltas por todos sitios, se lanza cruel cuando ve que es el momento de pisar a la presa que todos los demás están acosando. Es lo del león, herido y falto de fuerzas, que se ve acosado, ahora que le ven débil, por sus antiguos enemigos: el jabalí le zarandea y dentellea, el toro le cornea, y, ¡o atrevimiento!, el ignorante del asno, que antes temblaba de sólo pensar en él, ahora le pisotea. Me molesta, ya digo que estéticamente, que todos se hayan lanzado, a toda prisa, contra el representante político de Extremadura por haber hecho una propuesta política. Yo creo que otras veces se han hecho propuestas políticas claramente descabelladas y nadie ha dicho nada. Pero es que ahora se trata de una propuesta que se hace desde Extremadura, y no desde País Vasco, Galicia o Cataluña, y una propuesta en relación con los nacionalismos. Y, amigo, con el tabú nacionalista hemos topado desde Extremadura.