Decidí dejar de comer carne y después de más de un año sin probarla mi salud está mejor que nunca. Incluso he superado la anemia férrica que había padecido toda la vida. Cuando tomé la decisión sabía que debería asumir las críticas de familiares y amigos, pero no imaginaba todo lo que iba asociado a ello. ¿Se han fijado en la sección de productos ecológicos y vegetarianos del supermercado?, les invito a hacerlo y a reflexionar sobre su precio. Los alimentos que provienen de granjas donde no explotan cruelmente a animales y aquellos que son íntegramente vegetarianos son más caros que los otros productos. Es cierto que su producción también requiere unos costes más altos, pero la diferencia de precio es desproporcionada. Otra dificultad ha sido la elección de platos en los restaurantes. En la mayor parte de restaurantes no haya ningún plato que no lleve nada de carne o pescado o bien que entiendan por plato vegetariano aquellos que solo llevan verduras o frutas. La comida vegetariana es altamente nutritiva y saludable y en mi opinión todos los restaurantes deberían ofrecer una alternativa vegetariana en cada menú. La comunidad vegetariana está expuesta a un sinfín de críticas e incomprensión fruto de la mentalidad egoísta en nuestra sociedad. No estoy pidiendo más facilidades, solo pretendo denunciar la exclusión que sufrimos e invitar a la reflexión. ¿De verdad es tan difícil comprender que no es que no podamos comer carne, sino que no queremos?