El padre de Isabel tiene 79 años y además de necesitar diálisis «a demanda», tiene problemas de hígado. Por eso estaba ingresado en Plasencia y el lunes, le derivaron al hospital San Pedro de Alcántara de Cáceres. «Es un trastorno para el paciente y para la familia. No sabemos hasta cuándo estaremos aquí y tenemos que buscarnos la vida para dormir porque la asistenta social ya nos ha dicho que solo dan piso a los familiares en la UCI y de Oncología, así que para los demás, tengamos o no dinero, nada».

Isabel explica que su madre no puede quedarse con su padre porque tiene otros problemas de salud y ella ha tenido que dejar a dos hijos en Malpartida de Plasencia. El lunes durmieron «en casa de unos amigos, pero tendremos que buscar un piso o algo. Esto es lo peor que nos podía pasar».

Otro afectado que participa en el programa piloto de diálisis incremental afirma que tendrá que viajar a Cáceres porque la clínica concertada con el SES «no tiene acuerdo» para dar el tipo de diálisis que él necesita. Ayer le tocaba, pero a las 12.30 horas aún no le habían comunicado nada.

Bárbara León, de 24 años, ha tenido más suerte porque aunque debe recibir diálisis tres días a la semana, se la darán en el centro concertado. «Yo quiero luchar por la gente que tiene que irse a Cáceres. Lo que pedimos es que reabran el servicio y, si es posible, lo amplíen porque es mucho trastorno».

A Cristina Carrillo, de 39 años, la trasplantaron hace poco más de un año y lo que le preocupaba ayer es no tener consulta a la que ir cuando le toque la revisión. «Te sientes sola, como si no estuvieras arropada». Defiende a los nefrólogos porque «se vuelcan con los pacientes» y subraya que los desplazamientos son «durísimos. Después de cuatro horas no te encuentras bien para viajar».