El debut de la producción de la Compañía de Teatres de la Generalitat Valenciana en la LII edición del Festival de Teatro Clásico de Mérida, adónde acudían con la representación de El amor del ruiseñor , se saldó con un gran respaldo del poco público asistente a esta primera función.

Apenas unas 500 personas ocuparon las butacas del espacio romano en una noche fría en el que más de uno tuvo que echar mano de la chaqueta. Pero la opinión general fue que mereció la pena por disfrutar del espectáculo que el elenco actoral de El amor del ruiseñor mostró al personal.

El amor del ruiseñor es un montaje correcto. Jorge Picó, director de escena de la obra, supo aprovechar con maestría el escenario del teatro romano, utilizando las dos salidas laterales para dar amplitud al espacio escénico. Asimismo, la original escenografía, unos paneles de cristales que dejaba ver el trasfondo de la escena y en el que se reflejaban los actores, dio mucho ritmo a la función, ya que los propios actores movían los paneles dependiendo de la escena que tocase resolver en el momento. Parecía que la obra tenía un ritmo casi cinematográfico.

Otro aspecto que cabría resaltar del montaje orquestado por Picó es la originalidad residente en la escena, reforzada por las continuas alusiones a relatos mitológicos (los actores representan el mito de Fedra e Hipólito) y por la presencia de una marioneta que encarna el personaje de Itis (hijo de Tereo y Procne) y que las actrices mueven con tanta agilidad que parece que tuviese vida propia.

En cuanto al guión, los actores hacen que el mito de Procne y Filomela sea fácilmente entendible para el espectador.

Se trata, en definitiva, de una obra coral (a pesar de que los papeles protagonistas están bien definidos el resto de personajes interpreta varios papeles, constituyendo éstos los pilares del montaje) donde la música tiene poca repercusión.

Esta ausencia del elemento musical viene a resaltar el absoluto protagonismo del texto, de la palabra, como se cita en el montaje, por encima de cualquier otro aspecto de la escena.

Al término de la representación, el director, Jorge Picó, se mostró encantado del resultado: "los argumentos y los personajes han tomado sentido en el escenario del Teatro Romano de Mérida", declaró.

Por otro lado, los actores afirmaron sentirse satisfechos tras el estreno. Juli Cantó, en el papel de Tereo, destacó el esfuerzo que supone interpretar a un personaje en un escenario tan potente mientras que Isabel Rocatti (que interpreta a Níobe, criada de Filomela) destacó que su personaje es la contraposición de ésta y que Níobe está marcada por la resignación y el silencio.