Como su propio nombre indica, el municipio está ubicado en la vía romana de Mérida a Toledo. Fue muy conocido en los tiempos del uranio, mineral de sus berrocales, donde se sitúan antiguas minas como La Carretona, El Gallo y Pozo Norte, explotadas en los años setenta y que aún se conservan. Llegaron a ser una fuente de riqueza muy importante que atrajeron a trabajadores de Peñarroya y Huelva.

De la historia de Albalá aún quedan diversos yacimientos de la época romana en El Campo, en El Carrascal, en Dehesas de Abajo y en Pozo del Charcón. Durante los años de la dictadura, Albalá adquirió el apellido del Caudillo, y fue conocida en todos los documentos como Albalá del Caudillo. Desde el año 2002 la localidad cacereña vuelve a sus orígenes y, actualmente, se denomina Albalá.

La agricultura y, sobre todo, la ganadería constituyen la base fundamental sobre la que se asienta la economía y el modo de vida rural de sus habitantes. En torno a ellas se mantiene una estructura de producción que ha permitido el aprovechamiento racional de los recursos mediante la utilización extensiva del territorio. Algunos pueblos de la comarca se especializan en la crianza de ganado ovino y vacuno, y otros optan por la arboricultura mediterránea, fundamentada principalmente en la higuera, el olivo y la vid. Albalá es una localidad que tiene una amplia ganadería y un incipiente sector servicios, apoyado principalmente en la construcción. En la actualidad, todos los sábados se celebra el tradicional mercado de ganado.

Sierra y penillanura configuran el entorno natural de esta comarca extremeña de Montánchez y Tamuja. La variedad y diversidad permiten descubrir al visitante una naturaleza privilegiada y en equilibrio con los aprovechamientos agrícolas y ganaderos. Oteando el territorio desde alguna de sus atalayas, observaremos un paisaje en el que la estepa, la montaña y la dehesa definen la morfología característica de este territorio comarcal. En ellos prolifera la fauna y la flora más apreciada y representativa del monte mediterráneo.

Lo más importante en Albalá es la parroquia dedicada a Santa María Magdalena, de estilo renacentista (siglo XVI-XVII), que cuenta con dos retablos barrocos y una cabecera plana. Se cubre con bóvedas de crucería y la más rica es la de la capilla mayor. El coro está sostenido por tres arcos de medio punto realizados en cantería. El material utilizado en su construcción fue la mampostería. En el exterior de la iglesia están los contrafuertes que sostienen las bóvedas del edificio.

En 1994 se construyó en la dehesa boyal, a tres kilómetros del pueblo, la ermita de San Joaquín, un pequeño templo rural con la imagen del santo y de Santa Ana.