En la herencia de esta localidad se encuentran ancestrales culturas prehistóricas, el sonido del hierro de las tribus celtibéricas, el esplendor de la era romana, codiciadas reliquias de santos visigodos y la espléndida muestra del arte renacentista de la iglesia de San Juan Bautista.

El municipio ha puesto en marcha un parque temático de pinturas rupestres. Cuatro son los paneles descubiertos hasta el momento en los crestones de la montaña. Algunos como los del cancho de la Sábana tienen un solo motivo, pero también los hay muy completos como los del recientemente descubierto Risquillo de Paulino donde se observa una completa escena de caza.

Por ello se encuentra aquí el Tesoro de Berzocana, que consiste en unos torques de oro del Bronce Final. Está grabado a cincel con motivos geométricos. Pesan cerca de un kilo. Hay importantes restos de castros: además de fragmentos de gruesas murallas existe abundante cerámica e incluso grabados y otras interesantes piezas. Una necrópolis romana se localiza en la dehesa de Valhondo donde aparecieron tumbas pertenecientes a los siglos III y IV después de Cristo.

PATRIMONIO RELIGIOSO

De su arquitectura religiosa, la parroquia de San Juan Bautista, monumento histórico artístico, encierra los arquetipos principales de Berzocana. En 1610 se inaugura la capilla de los Santos que aseguran contiene las reliquias de San Fulgencio y Santa Florentina. La iglesia es una maravilla del gótico final renacentista. La bóveda del coro es una osadía al equilibrio y su órgano dieciochezco una joya. Hay que hablar de la ermita de la Concepción, de los siglos XVI y XVII, junto a la iglesia y la cruz. Posee una portada con escudo, en el interior se puede admirar su retablo barroco con imágenes miniadas muy halagadas por los amantes del arte. La tradición la llamaba La Trasoná.

El pueblo es de los de mayor encanto, barrios recogidos y de un tipismo muy característicos. El barrio de las Cortes es el más alto dentro de un entramado de calles estrechas de trazado irregular. La plaza nueva es el penúltimo ensanche que tubo el pueblo entre los siglos XVI y XIX. Casas solariegas pertenecientes en su mayoría a la familia Díez-Hidalgo, herederos de un héroe de la Reconquista. La Duche son el contrapunto de los primeros: mucho más desahogados y planificados. En los últimos tiempos sí ha crecido un poco hacia abajo, donde se construyen las últimas viviendas y el equipamiento social.

Su entorno ofrece varias rutas, como la de Las Reliquias, que lleva hasta Guadalupe; la del Roble, la de la historia, la de las pinturas o el camino antiguo de Cañamero, de unos 14 kilómetros.