Al finalizar el año se suele hacer balance de lo que ha pasado a lo largo de esos meses. El 2015 lo calificaría como el año de la incertidumbre y del petróleo. En el ámbito nacional e internacional se abren muchas preguntas sobre el futuro causado principalmente por el cansancio y el hastío. Nuestra estructura económica no funciona; al sistema político le falta capacidad de ilusionar debido a los numerosos casos de corrupción. Pero lo más triste es que todos los hilos que mueven los sucesos más lamentables están dirigidos por un poder que está en la sombra: el petróleo, desde la financiación del autodenominado E.I. hasta las políticas nacionales más equivocadas.

¿Cómo es posible que en España se haya aprobado un impuesto al sol cuyo importe va a parar a las grandes compañías energéticas? Estábamos en la punta de lanza de las energías renovables, una posición que estamos perdiendo. Recientemente ha habido una Cumbre del Clima en París. Lo han querido vestir como un triunfo, pero ha sido otra oportunidad perdida. Unos compromisos insuficientes sin revisión hasta dentro de ocho años. En los periódicos se mostraban a los niños con la frase Adiós a los combustibles fósiles , pero el petróleo no se resigna a perder su hegemonía.

En la declaración final la industria petrolera logró que se suprimiera la mención que la culpaba de ser la principal causante del Cambio Climático. Pero no nos entristezcamos, estamos de fiestas, pues cada año que empieza es una esperanza para un futuro mejor y una posibilidad de enmendar errores. Con la celebración del Año Nuevo brindemos por el Sol, la fuente de energía de todo lo vivo. Brindemos por un año donde el petróleo empiece a perder su poder. Brindemos por una energía que se reparte generosamente, brindemos por un año sin impuestos al sol, con energía limpia obtenida sin corrupciones ni guerras ni contaminación. Brindemos por un mundo de energías renovables y de bosques que limpien nuestro maltrecho planeta de petróleo y miseria.