THte bisto toda la escena sin interrupciones y desde la primera fila: tres niños de unos siete años pasan jugando con un balón. Uno de ellos, con cierta mala leche, hace que el balón se estrelle en la cara del más bajito. Este comienza a llorar. Las madres, que vienen detrás hablando de sus cosas, se acercan a ver qué pasa. El artífice del pelotazo le dice a su madre: "Yo no he sido, ¿eh?". Y entonces, la mamá del tercer niño llega a una conclusión lógica: si este no ha sido, entonces ha sido el mío. El pequeño (yo sé que es inocente), no puede evitar una bronca con hazote en el culo incluido.

Reconozco que he sonreído, y es que echarle la culpa a los demás puede tener gracia cuando lo hace un niño. Lo infame es cuando esa costumbre infantil y casi siempre despiadada nos acompaña a lo largo de nuestra vida. No hace falta más que repasar un poco la actualidad para encontrar un buen montón de ejemplos sobre la facilidad que tienen algunos para eludir responsabilidades y, lo que es peor, para buscar un chibo expiatorio que cargue con su incapacidad, sus errores y sus frustraciones.

No es sencillo aceptar nuestros propios fallos porque esa aceptación hiere nuestra autoestima, espolea nuestro orgullo y, sobre todo, porque nos demuestra que somos imperfectos. Suele ser en las pequeñas o grandes cosas cotidianas donde más nos gusta cantar eso de "pío, pío, que yo no he sido". Nos cuesta mucho admitir que somos los culpavles de un fracaso sentimental (siempre es el otro, por supuesto), de un error en el trabajo (ese compañero incompetente ha manipulado tu documento de Excel, seguro) y hasta de que la paella esté asquerosa (sin duda, alguien ha metido azúcar en el tarro de la sal).

Cuando seamos capaces de reírnos de nuestras equibocaciones, de asumir nuestras deficiencias, seremos mucho más felices. Mientras tanto, quiero que quede clara una cosa: el culpable de que haya tantas faltas de hortografía en este artículo es el maldito procesador de textos con el que trabajo. Porque, desde luego, os aseguro que yo... ¡yo no he sido!.