Hace unos días, en el acto de entrega de unos premios literarios, pasó algo que me hizo reflexionar sobre la arrogancia, ese deseo irrefrenable de ser admirados por méritos sobrevalorados, una variante del sentimiento de superioridad que, bajo mi punto de vista, lleva en su interior, acurrucada y escondida, una enorme inseguridad. Uno de los finalistas, (ni siquiera era el ganador), se acercó hasta el grupo en el que unos amigos y yo conversábamos. Después de un monólogo en el que nos contó, como si estuviera frente al jurado del Tú Sí Que Vales, todo lo que sabía hacer, que por lo visto era mucho, nos obsequió a cada uno de nosotros con una de sus tarjetas de visita. No es broma, esto es lo que ponía junto a su nombre: escritor, locutor, guionista, actor, escultor, guitarrista, biólogo, entrenador personal. ¡Ahí es nada! Me debatí entre reírme a carcajadas o sucumbir a la envidia. Finalmente, me decidí por lo primero. Lo siento, no creo en las personas polifacéticas. Lo digo en términos generales, que siempre hay un Leonardo Da Vinci por ahí para romper la regla. Pero, en principio, desconfío de ellos. Dudo que una misma persona pueda sobresalir en varias materias al mismo tiempo y pueda desarrollarlas todas con un nivel de exigencia alto y con unos resultados óptimos. Para algunos, regar una planta es ser jardinero, cambiar una bombilla es ser electricista y entonar "el corazón partío" en la ducha es ser cantante. Para mí, e imagino que para la mayoría, la profesionalidad requiere una implicación intensa en cada disciplina, un conocimiento profundo de la actividad en cuestión y, además, la destreza y la dedicación necesarias para llevarla a cabo con dignidad. Y, a no ser que seamos de otro planeta, conseguir todo eso en tareas que nada tienen que ver las unas con las otras resulta casi imposible. Es por ello que me acabo de inventar una palabra para designar a esos polifacéticos de pacotilla: a partir de ahora los voy a llamar polipatéticos. Y que conste que aunque haya inventado esa palabra, yo no soy inventora.