Cuenta el Monumento Natural de Los Barruecos con cuatro charcas y sus correspondientes molinos harineros construidos entre los siglos XVI y XIX, unos para lavados de lanas y otros para moler el cereal. De ahí, que en el cancionero tradicional se haga referencia a estos edificios que dieron vida y trabajo a los pueblos.

Por ello, se canta: "Qué polvo lleva el molino, qué polvo la carretera, qué polvo lleva el molino, qué polvo mi molinera". En el molino de la charca Molinillo, a unos metros del Museo Vostell, donde las distintas escuelas taller han sido decisivas para rehabilitarlos está el centro de Interpretación del Agua, para seguir ofreciendo testimonio del uso que en tiempos pasados tenía este molino hidráulico moliendo el cereal con la fuerza del agua embalsada a su vera, cobijado por una construcción de mampostería, soportando así la presión del agua y humedades y protegiendo la maquinaria que estaba casi todo el año a pleno funcionamiento, principalmente en tiempo de cosecha.

En su interior todo estaba perfectamente organizado para vivir, alacena, poyos para dormir o sentarse, huerta, cochineras y pesebre para las caballerías. La maquila era la fórmula para que el molinero recibiera su jornal, porque era el dueño del molino en las mayoría de los casos, y tenía que repartir el sustento con el amo, entregando la cantidad de harina correspondiente al grano menos la parte de su trabajo.

Con todo ello, los molineros expresaban su alegría con estas coplillas: "No te cases con herrero, ni con labrador mediano, cásate con molinero, que se cobra por su mano. Lleva la molinera buenos collares, del trigo que se queda de los costales". Ahora el viejo molino no es productivo, sirve como punto de atracción para visitantes.

Antes que éste, en el mismo corazón del Vostell, está el centro de Interpretación de las Vías Pecuarias y Lavado de Lanas, edificio que comenzó a levantarse a finales del siglo XVIII con el principal objetivo de aprovechar para retener el agua y el paso de la trashumancia por estas vías de enorme repercusión productiva y económica. Fruto de esta obra, en mitad del siglo XIX la industria de la lana rompió todas las barreras de producción, lavándose más 80.000 arrobas de lana al año, que luego sería exportada a través de Lisboa a industrias textiles de Bristol y Amberes.

De la industria lanar llegaran a vivir más de 100 trabajadores, empleados en los distintas salas que tenía el lavadero, trashumante, esquileo, secado, envasado y carruajes para transportarla. Todo está perfectamente recogido en el recorrido visual de este centro, que forma parte de un trozo de la historia malpartideña. La idea de mostrar este rico patrimonio tiene como objetivo principal divulgar las vías pecuarias y su relación con la industria en un espacio que se está revalorizando continuamente.

Por otra parte, en el Centro del Monumento Natural el visitante tiene acceso directo para observar toda la belleza del lugar, mediante un sistema novedoso para llegar al paisaje, flora, fauna y geomorfología sin dar un paso y sin molestar el hábitat de las aves y reptiles en tiempo de incubación. Además, desde estas instalaciones, en la sala multimedia puede obtenerse información sobre los espacios naturales repartidos por Extremadura.