"Ya hemos cumplido con el deseo que tenía nuestra madre", comenta Rosa Vinagre Escobales con una emoción contenida instantes después de dar sepultura en el cementerio municipal de Coria a los restos mortales de su hermano, José, natural de Valverde del Fresno y asesinado en el año 1957 durante una intervención de guerra en Marruecos. Durante más de medio siglo, José ha permanecido enterrado, alejado de sus seres queridos, en el Panteón Militar de los Caídos de Ifni/Sahara en el cementerio de San Lázaro en Las Palmas de Gran Canaria. "Una vez, cuando mi madre aún vivía la llamaron por teléfono para decirle que si quería que lo traían, pero en aquellos tiempos mi madre desconfió porque le pidieron una cantidad de dinero y tampoco sabía de cierto que fueran los restos de mi hermano. y por eso al final no se hizo nada", recuerda Rosa, la más pequeña de los doce hermanos, entre los cuales, José ocupaba el séptimo lugar.

El deseo que siempre manifestó Eugenia, la madre de Rosa, y una inesperada carta que ésta recibió en su domicilio de Coria en el mes de marzo del 2008, firmada por Antonio Herrero Andreu, un compañero de José informando a la familia de las nuevas leyes aprobadas por el Parlamento que reconocen méritos a los que cayeron en la guerra, han llevado a la familia Vinagre Escobales a materializar la petición.

"Al igual que el resto de caídos en la guerra del 36 o también los de la División Azul, que son repatriados, al amparo del artículo 14 de la Constitución, queremos ser iguales ante la Ley porque así nos ampara y por ello solicitamos que se inicien los trámites oportunos para que los restos de mi hermano sean trasladados al cementerio de Coria", recoge la carta que el pasado 3 de mayo Rosa remitió a la ministra de Defensa, Carme Chacón. En los próximos días, la familia agradecerá en otra carta la rapidez con la que se ha resuelto el asunto de José, que vió su vida truncada el 4 de diciembre del 57, un año después de que un sorteo lo destinara al grupo de tiradores de Ifni en el Africa Occidental española.

Ceremonia emotiva

El pasado jueves, 17 de septiembre, sobre las siete de la mañana, los restos mortales de José partieron desde el aeropuerto de Gran Canaria para viajar en avión hasta Madrid donde llegaron sobre las once. Seguidamente, desde la capital y acompañados por representantes militares de la isla, fueron trasladados en un coche fúnebre hasta la parroquia de San Ignacio de Coria, donde ya esperaba Rosa junto a sus hermanas María y Reyes llegadas de Cataluña y sus otros hermanos Jesús y Julián, uno reside en Valverde del Fresno y el otro en Coria. Todos asistieron a la misa funeral en memoria de su hermano que fue oficiada por el párroco Julián Carlos Pérez.

Después, el escenario se trasladaba hasta el cementerio municipal de Coria donde sobre las siete de la tarde llegaban los restos mortales del soldado para recibir sepultura en el mismo nicho donde permanece el féretro de su madre, fallecida hace veintiún años. Pero antes, José recibió los honores militares correspondientes en una ceremonia corta y emotiva impregnada por un gran silencio que solo fue interrumpido por los disparos de las escopetas de los soldados de una unidad de militares que se desplazó desde Badajoz hasta Coria expresamente para el homenaje.

"Coincidí con José en el año 57, recuerdo que estábamos en dos unidades diferentes y un día nos llamaron para una misión desagradable en la que teníamos que ir a recoger a tres muertos y entre ellos estaba él", recuerda Simón, un compañero del joven extremeño que se trasladó desde Gran Canaria para acompañar a la familia en la última despedida al soldado.