José María Giraldo Rubio es el dueño del Mesón La Posada & Giraldo en Aldea del Cano. Nació en San Sebastián y lleva casi toda la vida en este municipio. Sus padres son de Torreorgaz y de Santa Marta de Magasca. Ellos se fueron en busca de más posibilidades a Euskadi y en 1982 se volvieron a la región. En el 2000 José María se marchó a Logroño donde ejerció de encofrador y también trabajó en la calle de pinchos de la capital riojana; allí aprendió un poco sobre cocina.

Un día quiso probar suerte en Aldea del Cano. Y es que su verdadera pasión ha sido siempre la de ser chef. «Inicialmente te tiene que gustar lo que vas a desempeñar, si no dedícate a otra cosa. A mi me encanta la cocina y leo bastantes libros de recetas... yo no tenía ni idea de este bello oficio y recuerdo que cuando me marché a vivir solo, la primera sopa que hice la elaboré por la noche y al día siguiente imagínate como estaba la sopa, puré de sopa», rememora entre risas.

En su manera de cocinar prima el olfato y le encanta innovar. Y es que el empeño en querer realizar las cosas bien le ha llevado a conseguir la insignia Tripadvisor. El secreto está en la calidad de sus platos, los menús económicos y llevar por bandera que el cliente salga satisfecho de su restaurante.

Cochinillo asado, pierna de cabritillo, tortilla de bacalao, bacalao donostierra, ancas de rana, cocidos completos, arroces, champiñones con crema de torta o con crema Giraldo (una salsa ideada por él mismo y que atesora un gran éxito), orejas de cerdo... forman parte de su carta.

Resistir

Como muchos, resiste a los efectos económicos que arrastra la pandemia. «La situación es mala y lo estoy viviendo como todo el mundo, antes trabajaba los días de diario, aunque actualmente solo los fines de semana», cuenta.

Los clientes prefieren estar antes en la terraza que dentro del establecimiento. «Cosas que uno no acaba de entender porque luego ves los centros comerciales llenos». Pero hay que dar las gracias por seguir con el negocio y mantenerlo abierto en los tiempos tan difíciles que corren. «De momento no tengo ni una llamada de reservas para comidas o cenas navideñas y el año pasado por estas fechas estaba al completo», narra.

Es una época complicada. «Hemos perdido citas importantes como la Semana Santa, la romería o San Martín», aunque él sigue al pie del cañón, con este negocio en el que da rienda suelta a su verdadera pasión y trata con esmero a una clientela fiel que sabe que en Aldea del Cano siempre tendrán su posada.