Hace 25 años mi padre tenía un R-9 y todavía conducía ese verano en el que, como era habitual, nos íbamos de vacaciones a Almería. Mi madre, de copiloto; detrás, mi hermana en medio, mi abuela a un lado, y yo, al otro. En los pies, Toby, el perro fiel junto al cubo de tomates que comprábamos en un puesto en la carretera de Miajadas.

Era costumbre de mi padre hacer parada en una gasolinera cerca de Torredonjimeno, un pueblo de Jaén donde repostaba y, decía él, «estirábamos las piernas». Fue en esa estación de servicio en la que se decidió a comprar la primera cinta de casete de Camela, un grupo entonces desconocido que no tardó en convertirse en icono de la tecno-rumba. Hicimos un viaje maravilloso, vueltas y vueltas a aquella cinta de esos artistas del barrio madrileño de San Cristóbal de los Ángeles que se bautizaron de la forma más bella que puedes encontrar en el argot gitano: Camela de camelar, que significa ‘intentar enamorar a una persona’. Poco después, también en Almería, en una discoteca del desierto de Tabernas llamada ‘La Calatrava’, volví a oírlos con su ‘Escúchame’, la canción con la que el viernes, ¡coincidencias de la vida!, abrió Camela su apoteósico concierto en Madrigalejo.

Camela son los dueños de un genuino metadiscurso, ese que te transporta a la época de los radiocasetes a pilas cuando no había ni wifi, ni whatsapp porque todo lo llenabas con los bailes de tus radiantes 16 años en el pueblo, esos en los que decías ‘te amo’ a la cara y no a través de un jodido móvil.

Sobre el escenario, Ángeles, galáctica con su traje plata y negro propio de las Nocheviejas de los 90. Dioni, dándolo todo con su ‘salto del tigre-grillo-rana-garza’, envuelto en una camisola de cuadros que me recordaba al ‘ule-lule’ que poníamos en la cocina y que luego se limpiaba con una bayeta Vileda. Entre el público, la despedida de solteros de Borja y Marta, que se casan el 21 de septiembre en la ermita de Valdecaballeros y que ese día abrirán el baile con ‘Cuando zarpa el amor’, la preciosa oda de Camela al triunfo de la fidelidad y la pasión verdaderas.