Se llama Lili , tiene 4 meses, le encanta jugar, comer manzanas y tumbarse panza arriba al sol. Lili no es un cachorro cualquiera, es una pequeña hembra de jabalí que Ignacio Rodríguez encontró una tarde de verano cuando trabajaba en su finca de Moraleja. "Debía tener 10 o 15 días, no más, estaba perdida entre los surcos del maíz y, no lo dudé, la llevé a casa porque sola no hubiera sobrevivido".

Con biberón en mano la familia Rodríguez crió a este singular jabalí, que ya se ha convertido en un personaje famoso en su barrio. Y es que no es para menos. Cada tarde se monta en el coche con su dueño para ir a trabajar al campo y allí, como cualquier mascota que se precie, sigue todos y cada uno de los pasos que da su dueño. "Nunca ha intentado escaparse, es más, si se despista no se tranquiliza hasta que me encuentra".

En casa de los Rodríguez se nota que aman a los animales. Dos perros y un loro son los compañeros de juego de esta particular mascota. "Que Lili sea un jabalí no es impedimento para que tenga su hueco frente a la chimenea en estos días tan fríos de invierno", dice Florencia Caro, la mujer de Ignacio Rodríguez, que en ningún momento puso impedimento a que el jabalí estuviera en casa. "Con los perros, el loro, y ahora con Lili, no sabemos que es el aburrimiento", dice.

La pequeña hembra, que tiene su propia cartilla veterinaria, disfruta cada día de un delicioso menú en casa de los Rodríguez. Peras, manzanas, pienso "y alguna que otra sobra" es lo que come, cuenta su dueño, mientras le da un trozo de la pera que corta con su navaja, "así está de hermosa, no le falta nada".

Esta familia de Moraleja reconoce que "no es normal tener un jabalí de mascota en casa", pero aseguran que no podrían vivir ya sin ella. Lo cierto, es que Lili se comporta como un perro, recibe a su amo con un generoso movimiento de rabo, se acuesta frente a la chimenea y parece que sólo le falta hablar.