Julia Cantero y Elías Ordiales llevan más de media vida en Barcelona pero no faltan a la Mesa del Ramo, la tradición más genuina de Casar de Cáceres que ayer vivió su día grande. A Cataluña se llevaron, por 20 euros, un maravilloso centro de frutas que exhibirán con orgullo porque su pueblo es lo más grande.

Ellos son el ejemplo vivo del momento más importante de unos festejos que durarán hasta mañana. Todo el municipio vive con intensidad esta jornada y la del domingo no fue para menos: el público se congregó en masa alrededor de la mesa de ofrendas convocado por la cofradía de Animas, que destina la recaudación, como manda la tradición, al mantenimiento del cementerio parroquial. El sacerdote Ceferino de las Heras, acompañado por los mayordomos José María García Congregado y Petri Vivas, fue el encargado de bendecir los alimentos que luego se venderían: desde los tres euros de unos dulces a los 100 que valía un jamón. Al mediodía tampoco le faltó el cumpleaños feliz que los vecinos cantaron para felicitar al párroco.

Tras la bendición, se repitieron las buenas costumbres: reparto de ponche y dulces para coger fuerzas. Conejos, lomos, tartas, frutas, perrunillas... Un auténtico espectáculo para los sentidos que dejó boquiabierto a quienes tuvieron la suerte de revivir la tradición de la Mesa del Ramo. Elías y Julia lo saben. Por eso siempre vuelven.