En verano Monroy se llena de visitantes y el museo de iconos abre sus puestas para que puedan contemplar toda la belleza y arte encerrada en él. Paquita Morgado, iconógrafa y dueña del museo, explica que sigue muy ilusionada con este espacio en el que va colocando los nuevos iconos que ha pintado a lo largo del año. Desea que siga vivo y en continua renovación para que quienes ya lo han visitado vuelvan a él con curiosidad a conocer las nuevas incorporaciones.

Este año, igual que se hizo en el anterior, en Monroy también se ha organizado una ruta turística en la que, por grupos, se pueden visitar el castillo, el museo de la asociación el Bezudo, la iglesia y este museo de iconos.

Durante estas visitas, esta responsable aprovecha para explicar el tipo de pintura, la riqueza cromática que encierra y su simbología, además de reseñar la antiquísima técnica que emplea en su ejecución. No deja de recordar a los visitantes la ilusión y el empeño que mantiene para que el museo siga gozando del calor y el entusiasmo que puso cuando lo inauguró.

También tiene un sentimiento especial por Santa Catalina, patrona de la parroquia y en cuyo retablo se cuenta la vida de esta santa. Los iconos más antiguos se encuentran en el monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí. La directora recalca que el icono no es algo que pertenezca al pasado sino que tiene plena actualidad. "El mundo, tan volcado en la técnica, es el que más necesita este tipo de pintura. Porque el icono es luz que surge desde la profundidad de la materia, desde el fondo e ilumina nuestro espíritu", recalca.

Añade que "no es lo que se ve a simple vista sino que encierra mucho más. El iconógrafo, antes de empezar a plasmar la figura o escena, recita una oración en la que pide a Dios que guíe su mano a fin de que pueda plasmar lo mejor posible la divinidad". Es, como ella misma dice, que Dios también participa de manera activa en cada uno de los iconos.