El sorteo de la Bonoloto celebrado el pasado lunes por la noche dejó un premio de segunda categoría dotado con 98.008 euros en un boleto sellado en Casas del Castañar. Hasta ahí todo más o menos normal. Lo curioso de esta historia es que el afortunado no se enteró hasta ayer de que era el poseedor del citado premio, y lo hizo gracias al dueño del Bar Asperilla, que le había sellado el boleto y se lo había guardado pese a que no había podido ir todavía a pagarle los 14 euros jugados.

Todo ocurrió de la siguiente manera. Manuel Serrano Sánchez, propietario de la empresa de autobuses Tornotour, se encontraba el lunes en su huerto, cuando llamó por teléfono a Calle para que le validara la combinación que juega desde hace más de 20 años en la Primitiva y el Bonoloto. Se la dictó a través del móvil, y no pasó a recoger el boleto, que quedó en poder del propietario del establecimiento.

Pasados tres días, y al no aparecer el agraciado, Francisco Calle comprobó el jueves el boleto de Manuel y vió que era el poseedor del premio. Llamó a este último para que ayer viernes fuera al bar a las 11.00 de la mañana, donde le esperarían unos clientes de Sevilla que querían contratar una excursión en autobús por el Valle del Jerte.

El afortunado jugador se presentó a la hora convenida, y tras la pequeña decepción por no encontrarse allí los posibles clientes, Francisco le dijo que era el propietario del boleto premiado, lo que le supuso una gran alegría. Por supuesto pagó el importe jugado a Francisco Calle y se fundieron en un abrazo.

Posteriormente, en declaraciones efectuadas a este diario, Manuel Serrano tuvo palabras de elogio para Francisco por su comportamiento, además de desvelar que "de momento" no ha pensado en que gastará el premio, que catalogó "como una compensación a las tres rutas escolares que me han quitado" y que hacía con los autobuses de su empresa.