Ayer, a eso del mediodía, frente al incomparable marco de la iglesia parroquial; cuando se procedía a la bendición de las velas; el pueblo parecía querer invocar la llegada de la primavera, pues los ojos se embriagaban ante la preciosa estampa que ofrecía la contemplación de tanta belleza, que florecía y deslumbraba con el profuso y variado colorido del traje típico, que parecía crear un hermoso jardín sobre el que se desplazaba la Virgen elevada sobre sus andas. Estaban viviendo la fiesta de Las Purificás.

El pueblo y muchos visitantes accedieron al interior de la iglesia, que acogía a una multitud expectante cuyos ojos ofrecían ese brillo especial que le aporta el lacrimal cuando la felicidad aflora o cuando la emoción del momento les impide retener las lágrimas; que se hacía más patente tras finalizar la homilía y escuchar las llamadas a las puertas del templo, que desde el exterior se ejecutaban a modo de inicio del ceremonial de la purificación.

A continuación, la vocalista de las cuatro purificás de este año, Elena Gómez, comenzó a sonar la pandereta, acompañada de los primeros versos que seguían a coro el resto de las purificás: Victoria Núñez, portadora de la cesta con los pichones de palomas y Begoña Fernández con Sara Cerro, que portaban los pliegos. Todas ellas instruidas por la mayordoma Marisol Rosado.

Tras los primeros versos implorando al Señor que les otorgara licencia para entrar en el templo, las puertas se abrieron para iniciar el desfile procesional de la Virgen escoltada por las tres portadoras de las ofrendas de las roscas de piñote y por las purificás, al son de las medievales coplas que nos hablan, entre otros pasajes bíblicos, de la Ley de Moisés que impedía acceder al templo a toda mujer que no estuviere purificada y cómo la madre de Dios, sin mancha, en señal de humildad y ejemplo para todos, se acoge al rito presentando a su Hijo. La procesión finalizó con la ofrenda de las roscas del piñonate frente al altar mayor, a cuyo acto siguió la presentación del Niño Jesús, que el señor párroco escenificó sobre el mismo altar mayor.

Se acercaba el momento, mientras finalizaban los cánticos, en que el pueblo y visitantes romperían en júbilo a aplaudir, que fue cuando las purificás --junto con las jóvenes que portaron las roscas y la mayordoma-- se acercan a la puerta del templo y sueltan las palomas, que representan la ofrenda de las madres pobres, siguiendo la antigua tradición judía.

A continuación, los niños nacidos desde la celebración de Las Candelas del pasado año hasta la fecha, fueron presentados por sus madres a la imagen mariana, dejándolos uno a uno en los brazos del párroco, quien los elevó y acercó al regazo de la Virgen.

Actuaciones folclóricas

Concluida la celebración religiosa, la fiesta continuó con actuaciones folclóricas a cargo del grupo Recordanzas que, a la salida de la Virgen, bailó la típica jotá cuadrada. Por la tarde, se repartieron las populares roscas de piñonate que habían sido donadas tanto por el ayuntamiento como por la Asociación de Amas de Casa; finalizando día tan señalado para Monroy con la verbena entrada la noche.

Hoy, al mirar atrás, los monroyegos y monroyegas vuelven a sentir el deseo que hizo suyo también la Asociación Cultural El Bezudo, habiendo sido trasladado en su día por su corporación municipal al gobierno extremeño, solicitando que su singular celebración de Las Candelas, bajo la representación de Las Purificás, sea declarada de interés turístico regional.