Hoy tengo un mal día. Mi inquebrantable optimismo ha sido abatido. Y no os creáis que es por alguna causa baladí como, por ejemplo, que te llegue una carta certificada de Hacienda, que te pongan esa inevitable multa en la Ex-203 o que anuncien la inminente llegada de Armagedón .

Es algo mucho más dramático: ¡joder, se me ha estropeado el router! Adiós a mi conexión a internet. Bye, bye a los mails de ofertas de viajes, ropa de marca y productos para perros, tan entretenidos y didácticos todos ellos. Se acabó ver en la pantalla del pc el logotipo de Google que, con sus colores chillones, me alegra el día al instante. ¿Qué voy a hacer, Dios mío? ¿Cómo vivir sin entrar en mi Facebook cada dos segundos para ver los chistes políticos de Susana , las fotos de gatitos de Pablo o las recetas de cocina de Marian ? La tragedia es total, eso es indudable, pero soy una mujer fuerte y, hasta hace un momento, optimista, así que intentaré reponerme pasando a un forzado plan B: comienzo desayunando pausadamente con mi marido, por primera vez en muchos meses sin el portátil ocupando el lugar de la servilleta. Después, decido salir a dar un paseo y, cosa rara, no tengo prisa por volver, y leo El Periódico, ¡el de papel!, y siento ese tacto que tenía olvidado. Cuando vuelvo a casa, retomo mi lugar junto a la ventana y observo que el mundo no se ha parado; y llamo a Salo y compruebo alucinada que tengo amigos que no son virtuales; y me pongo a escribir y me alegra saber que puedo hacerlo sin necesidad de consultar veinte veces la Wikipedia.

Y, en un repentino ataque de cordura, marco el número de Telefónica y anulo el parte de avería que he dado a primera hora de la mañana. Y, al hacerlo, me siento bien, como si fuera una drogadicta que ha conseguido pasar un día, al menos un día, sin su dosis. Sí, es verdad que cada vez estamos más enganchados a internet pero yo me acabo de prometer un par de días a la semana de abstinencia, ¿os apuntáis? Viene bien comprobar que hay vida más allá de la red. Y, sobre todo, que no estamos atrapados en ella.