El lunes 31 de enero los profesores y alumnos del Instituto de Enseñanza Secundaria Santa Lucía del Trampal, de Alcuéscar, nos encontramos una terrible sorpresa cuando llegamos a las 8.30 horas de la mañana: durante el fin de semana alguien se había dedicado a romper los cristales del centro.

Por supuesto, el asunto está en manos de la Guardia Civil y esperamos que se aclare para que los responsables sean castigados.

¿Qué está pasando en esta sociedad? ¿Cómo estamos educando a nuestros hijos? ¿Quién tiene la culpa de que ocurran cosas así, de que unos adolescentes se diviertan rompiendo su propio centro de estudios, donde pasan seis horas diarias cinco días a la semana y, según nuestra propia experiencia, los mejores años de su vida?

Hay quien echa la culpa a la televisión, otros a los videojuegos, al ordenador y a una lista interminable donde raras veces se nombra a la familia. Por supuesto, hay un trasfondo de falta de disciplina en la aulas con las que cualquier adulto no acostumbrado a tratar con un montón de chavales se llevaría las manos a la cabeza, como mínimo. Una violencia hacia sus propios compañeros, hacia la autoridad, hacia las instituciones... que rebosan el vaso con actos vandálicos como el que ha ocurrido en el instituto.

¿Qué es lo siguiente?, ¿poner cámaras de seguridad?, ¿vigilantes jurados?, ¿o acabaremos como en Estados Unidos con detectores de metal para evitar las armas?

¿Son estos los hombres y mujeres del futuro? ¿Los ciudadanos que se respetarán unos a otros? ¿Los que educarán a los niños y cuidarán de sus mayores? O hacemos algo ya o esto explotará por algún lado.