Cada vez más gente ha dejado de soñar con la ciudad. Quizá porque, en lugar de soñar, vivir en ella puede llegar a quitarles el sueño. Barrios en los que se encuentra de todo menos vecinos de siempre, alquileres estratosféricos, la crisis sanitaria del coronavirus y la precariedad laboral persiguiendo a los más jóvenes a lomos de -solo en apariencia- inofensivas bicicletas. Todo ello dibuja un marco en el que el medio rural gana cada día más seguidores.

En un país que se debate entre la España vacía y la gentrificación de sus urbes, puede que internet tenga la llave del milagro de la repoblación. Lejos aún de ser una tendencia, cada vez son más las personas y emprendedores que deciden cambiar el ruido de ciudades sobre-pobladas por entornos naturales. Un fenómeno que pone en evidencia que la vida en cualquier pueblo de la provincia de Cáceres ya no es sinónimo de renuncia, sino de ventajas y calidad de vida.

Luis Manuel Rosado Moreno no cambiaría su vida en Brozas por ninguna otra. «La calidad de vida no tiene comparación. Todo son ventajas, la tranquilidad, el paisaje, los amigos, la vida social... Trabajo en Cáceres y voy y vengo, pero cuando regreso a mi pueblo siempre digo ¡qué bien se está aquí! Además tenemos tiendas de alimentación, zapatería, droguería, colegio, bares y una iglesia preciosa (Santa María la Mayor de la Asunción)», explica.

Lo que ha quedado claro es que el confinamiento en las zonas rurales «se lleva bastante mejor», admite Luis Plata, vecino de Malpartida de Cáceres. «Te cruzas con menos gente así que piensas que hay menos riesgo de contagiarte, aunque tal y como está la situación en Extremadura tenemos que tener cuidado», asegura. Sobre todo, «no es lo mismo abrir la puerta y asomarte a la ciudad que a la naturaleza. Residir en Malpartida para mí es gloria bendita, ya que por desgracia estuve numerosos años trabajando fuera», resalta.

Luis Plata, vecino de Malpartida de Cáceres. / A. M.

Iván Galán atiende a este diario en un parque de Arroyo de la Luz. «La vida es más tranquila. Para nosotros es importante que nuestros hijos vayan a poder adquirir con esta forma de vida unos hábitos y una cultura, completamente diferentes. Desde el punto de vista de la naturaleza, se relacionan directamente con un entorno rural», confiesa satisfecho de vivir en un pueblo.

Iván Gala, vecino de Arroyo de la Luz. / A. M.