Magdi Allam, un periodista de origen egipcio que ejerce como subdirector del Corriere della Sera , consiguió hace un año que el Papa le bautizase, en una fecha tan señalada como el Sábado Santo, en la basílica de san Pedro. La instantánea recorrió el mundo. Lo más sorprendente del caso es que, siendo Allam un enemigo declarado del mundo musulmán, Ratzinger no tuviera reparos en presidir dicha ceremonia.

Al día siguiente de que se oficializase su conversión, el periodista publicó un artículo en que afirmaba que "la raíz del mal está instalada en un islam que es fisiológicamente violento e históricamente conflictivo".

L´Osservatore Romano tuvo que salir una vez más en defensa de su patrón y proclamar que en el gesto del Papa de apadrinar el bautizo de Allam no había que ver "ninguna intención hostil hacia la gran religión islámica". Como el temporal no amainaba, el portavoz del Vaticano, el jesuita Federico Lombardi, hubo de añadirse a la tarea subrayando que las ideas del converso no eran las del Pontífice.