El Tribunal de lo Criminal de Rouen, al noroeste de Francia, ha condenado esta tarde a 30 años de prisión, 20 de ellos de obligado cumplimiento, a Nicolas Cocaign, más conocido como el caníbal de Rouen, acusado de matar y comerse parte de los pulmones de uno de sus compañeros de celda.

La pena impuesta coincide con la petición fiscal para Cocaign, de 39 años, mientras que la defensa había pedido que se declarara la "irresponsabilidad penal" de su cliente, a quien había considerado "completamente loco".

La representante del ministerio fiscal, Elisabeth Pelsez, ha insistido ante el tribunal que, aunque los informes psiquiátricos coinciden en que el acusado tiene problemas mentales, eso no le eximía de responsabilidad penal.

Pelsez ha añadido que el sentido común o discernimiento del acusado estaba "alterado" pero no anulado en el momento de los hechos, que tuvieron lugar el 2 de noviembre del 2007.

SUBIDA DE ADRENALINA

Durante el juicio, que comenzó el lunes, Cocaign llegó a decir que disfrutó con lo que hizo. "La carne humana tiene buen gusto. Es tierna como la del ciervo. Me gustó hacer lo que hice", dijo ante el tribunal.

En su declaración, el acusado reveló además los detalles más espeluznantes sobre cómo mató a Thierry Baudry, de 31 años, solo porque le miró mal cuando le dijo que se fuera a lavar las manos.

En ese momento, sintió que no podía controlarse y tuvo "una subida de adrenalina" que le llevó a abalanzarse contra él, golpearle en todo el cuerpo, clavarle unas tijeras varias veces y rematarle asfixiándole con una bolsa de basura hasta asegurarse de que estaba muerto.

LO PEOR VINO DESPUÉS

Pero lo peor llegó después cuando, según su propio relato, a la hora de la cena se le ocurrió abrirle el pecho con una cuchilla de afeitar, meter la mano y coger lo que creía que era el corazón, aunque resultó ser un pedazo de sus pulmones. Inmediatamente se lo comió, parte crudo y parte cocinado.

"Lo hice por curiosidad. Quería saber qué gusto tenía la carne humana. La preparé con un poco de cebolla y arroz. Y me lo comí", dijo.

Testigo de la macabra escena fue un tercer compañero de celda, acusado en principio de complicidad pero finalmente absuelto que, poco después de lo ocurrido, se suicidó en prisión.