Las personas que pasan por un desahucio son víctimas de estrés postraumático de forma comparable a las que sobreviven a un atentado terrorista o a un accidente de coche. Ello las lleva a un colapso emocional que las incapacita para reaccionar a la pérdida de la vivienda, lo que se agrava por el hecho de que están muy solas en la tragedia que vive quien ya no puede pagar la hipoteca. La Administración pública no las acompaña, no tiene mecanismos previstos para ellas. Solo entidades como la PAH, Cáritas o la Cruz Roja son un sostén para el colectivo.

Estas son las principales conclusiones de un estudio que se ha propuesto investigar el sufrimiento de los desahuciados, desde antes de que todo se rompa hasta el final del proceso de ejecución hipotecaria. Cualquiera puede intuir que una persona que afronta esta situación sufre, no es feliz, vive con tensión. Pero que todos lo intuyan no le pareció suficiente al profesor de Esade Juan Ramis-Pujol, miembro del departamento de dirección de operaciones e innovación de la escuela de negocios barcelonesa, que ha elaborado el estudio sobre la situación que viven los desahuciados, un proceso que describe como una "montaña rusa emocional".

COLAPSO Como es lógico, los ocho afectados estudiados por Ramis-Pujol no presentan casos idénticos. De hecho, el autor precisa de que de ellos, tres tocaron fondo de una manera especialmente rotunda. Experimentaban el máximo estrés postraumático, aunque en uno de los casos esto ha remitido. Pero aunque los otros han tenido otros desenlaces, incluso más o menos reconfortantes en términos relativos --han logrado una dación en pago y un alquiler social-- el estudio determina que el colapso es inevitable.

Y ello refuerza la crítica más dura de Ramis-Pujol, hecha a la Administración, por no poner a disposición de los amenazados por un desahucio ningún tipo de atención. El reclama que quien afronta un proceso de ejecución hipotecaria debería contar con un circuito administrativo propio: "Decirle a una persona en una situación normal que tendrá que volver a pasar por ventanilla porque le falta un papel no es grave. Se lo dices a una persona en esta situación y la hundes".

De los mapas de sentimientos, más explosivos, y de emociones, más estables, estos son algunos ejemplos: al comprar el piso, alegría, triunfo. Al ver que no se podrá pagar, ansiedad, angustia. Tras el desahucio, culpabilidad. Y tras una dación en pago, aceptación, tranquilidad.

Ramis-Pujol contó con la ayuda de Cáritas, que le puso en contacto con ocho afectados, de la Fundación Innovación, Acción y Conocimiento, y de Miguel Angel Cortés, su colaborador. El estudio es cualitativo, fundamentado en entrevistas en profundidad a los ocho afectados. El autor considera que los datos estadísticos por sí mismos no ayudan a conocer sus vivencias. Su objetivo era empezar con este trabajo para, más adelante, hacer un estudio masivo sobre la misma cuestión.

Diferencia las cuatro fases que sufre quien ve cómo le van a arrebatar su casa: verde, ámbar, rojo y doble rojo. Y agrega un mapa de sentimientos y emociones de los afectados. En realidad el resultado visual del estudio debería ser una línea de vida del afectado por el desahucio. Algunas aparecen en los gráficos adjuntos. El autor mezcla los hechos aparejados a ese proceso pero también otros problemas de la vida, aunque en realidad puede existir interrelación. H