Las personas sanas que, en vida, donan una parte de su hígado o un riñón a un enfermo, que los necesita para seguir viviendo, tienen desde ayer una asociación que los defenderá frente a los graves problemas sociales y laborales que hasta ahora han sufrido por su altruismo.

La Asociación Española de Donantes Intervivos de Organos (AEDIO), sin precedente en el mundo, se ocupará, entre otros temas, de lograr una modificación legal que impida que un donante sea despedido del trabajo por no estar protegido por una baja laboral, o se le reduzca el salario el tiempo que está ausente por la misma causa. Ambas circunstancias se dan ahora.

La legislación laboral española no prevé protección para las intervenciones quirúrgicas a las que se accede de forma voluntaria, ya sea una donación de órgano o una cirugía estética. Quien deja de trabajar las seis u ocho semanas que implica el ingreso y la recuperación tras la pérdida del lóbulo derecho del hígado, o un riñón, suele tener represalias laborales e incluso es penalizado al contratar una póliza de seguro. Su cuota es más cara.

GARANTIA DE SALUD

La Organización Nacional de Trasplantes (ONT), miembro de la nueva asociación, negociará con el Ministerio de Trabajo la posibilidad de que estos donantes sean equiparados a una embarazada, situación a la que también se accede voluntariamente. "El donante ayuda a salvar una vida, hace un bien social, e intentaremos que se le conceda un régimen de protección especial", afirmó Blanca Miranda, directora de la ONT.

Desde 1993, en España se han realizado 93 donaciones de una porción de hígado vivo, la mayoría entre niños. De ellas, 38 se han practicado en el hospital Clínic de Barcelona. El donante siempre fue un familiar o una persona relacionada afectivamente con el receptor. El trasplante de un lóbulo hepático es posible porque, aunque se trata de una extirpación traumática, el órgano vuelve a crecer y tres meses después de la intervención el donante tiene de nuevo un hígado completo.

Otras 300 personas han cedido un riñón en vida desde 1989 en España. En este caso, donante y receptor pueden vivir con normalidad con un solo riñón. Los órganos extraídos a una persona viva tienen el doble de supervivencia que los que proceden de cadáver al evitarse el deterioro que implica el tiempo que transcurre entre la donación de la familia, la extracción y la recepción.

La Organització Catalana de Trasplantados, que dirige el doctor Jordi Vilardell, intentará a su vez que la Consejería de Economía impida que las compañías de seguros penalicen al donante.