La mayoría de los españoles se muestran dispuestos a cambiar sus hábitos de consumo para adaptarse a los retos que plantea el cambio climático, según pone de manifiesto el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).

Esta buena predisposición choca, sin embargo, con la realidad de las prácticas cotidianas, ya que son minoría los que tienen costumbres tan ecológicas como utilizar el transporte público para desplazarse por la ciudad o comprar electrodomésticos y bombillas de bajo consumo. Quizá sea porque crean, según sus respuestas, que no ha llegado el momento de los sacrificios o que no se adelanta nada si las industrias más contaminantes no se unen a sus esfuerzos individuales.

De todos modos, los que están dispuestos a modificar su estilo de vida "con toda seguridad" (47,6%) y los que creen que "probablemente" lo harían (40%) barren con el 87,6% a los que dan la espalda al problema. Pero cuando se les pregunta por lo que hacen ahora, más de la mitad reconoce que no acostumbra a utilizar agua fría en vez de caliente para lavar, fregar o ducharse, ni a usar las escaleras en lugar del ascensor.

También son mayoría los que creen que su sacrificio individual es baldío si los demás no hacen lo mismo (51%) o si las empresas contaminantes no hacen esfuerzos (63%). Hay incluso un 31% que confiesa tener cosas más importantes en qué pensar que el medioambiente. De hecho, los problemas medioambientales ocupan el lugar 23º entre las preocupaciones actuales de los españoles, clasificación que encabezan el paro, la vivienda y los problemas económicos.