La borrasca Gloria ha sido un «fenómeno meteorológico extremo, cuya magnitud es de las más importantes de la historia reciente por la gran extensión a la que ha afectado», de una virulencia «extrema» y «se repetirá debido al cambio climático».

Así lo advirtió la presidenta de la Comisión de Climatología de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Manola Brunet, quien argumentó que el fenómeno «se enmarca en el contexto de cambio climático», por lo que «los daños producidos se deben valorar los hechos objetivos para actuar de manera preventiva consecuente».

El calentamiento planetario, con el aumento de la temperatura en el Mediterráneo que se viene produciendo en las últimas décadas, en contraste con el aire frío, ha alterado la circulación atmosférica en esta zona y se ha producido este fenómeno «de magnitud tan elevada», explicó la científica. «Si no se actúa, esto irá a más y se repetirán otros Gloria, cada vez más virulentos y persistentes, debido a las condiciones atmosféricas provocadas por el calentamiento global», advirtió la geógrafa española especialista en cambio climático.

Tanto desde el punto de vista económico como ecológico, los daños producidos por la borrasca «son muchísimos», denunció Brunet, que destacó que el fenómeno «ha golpeado especialmente la zona natural del Delta del Ebro, un humedal único en Europa que necesita su caudal, produciendo un verdadero desastre».

Debido al temporal, en el Delta se han inundado con agua de mar más de 3.000 hectáreas de arrozal, donde el agua ha penetrado casi 4 kilómetros «llevándose por delante miles de hectáreas de arrozales, playas, criadores de mejillones, ecosistemas, caminos y puentes».

El agua de mar «ha engullido el Delta, rompiendo su estructura de suelo», que «solo se podrá recuperar con el tiempo, si hay actuaciones decididas de inclusión de agua fluvial con sedimentos abundantes y no se repite un fenómeno como el temporal que ha ocurrido», remarcó.

En este rediseño del litoral, «si se quieren evitar daños futuros», las construcciones «se deben alejar de la línea de costa, para que el mar pueda volver a tener una playa que amortigüe su impacto».